sábado, 14 de noviembre de 2015

Acabó todo, chica triste.






El pintor miserable de tus calles
dibuja esbozos locos en tus lienzos.

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       ¿Vale la pena vivir por vivir,  ser pasado sin saberlo, despertar del sueño de la vida, convertirse en un asiduo de la barra de algún bar donde todos te sonríen y nadie te comprende, confesar que nunca rezaste por la muerte de una revolución, que te enamoraste de la sensación de volar porque siempre tuviste los pies en el suelo y aún te arrastras en tus propias huellas preguntándote donde está tu voluntad o el muchacho que fuiste?

Sabes, Laura, hablaré de Dylan como si le conociera, ¿a quién le importa que un día me cruzara con la sombra de un judío de Duluth? Alguna vez escuché en la playa  “Acabó todo chica triste” y me creí un tipo interesante, ya podía subir hasta mi casa, sin mirar atrás, como si llevara una guitarra al hombro y la cabeza llena de melodías.

Ahora todo lo que queda es aguantar en las trincheras, escribir acaso un cuento de amor con otros protagonistas para que podamos creérnoslo, pensar que respirar es hermoso, que somos bocetos irreflexivos dentro del cuadro que nunca hemos pintado.

 Han pasado muchos años desde nuestro primer encuentro, el mundo se ha ido alejando de nuestra capacidad de comprensión, pero tú sigues moviendo la emotividad del amor en el recuerdo. Es solo una canción, preciosa, eso sí, piensa que me gusta mucho,  pero no tengas en cuenta lo que dice, el poeta casi siempre se difumina y yerra, pero lo que cuenta es la belleza que podamos hallar en sus equivocaciones.

(Conversaciones con Laura - 15/11/2014 - Publicado 23/11/2015)

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Hablar de Bob Dylan, Fanny, siempre es un reto, sobre todo si te conjuras para no recurrir a la leyenda. Empiezo a sentirme un poco triste cuando percibo la conciencia que suelen tener los anglosajones de encontrarse ante algo irrepetible y decirlo antes de que sea demasiado tarde y a nosotros nos falta en el país donde los poetas lloran más y mejor, como decía un tal Mariano José.

“It's all over now, baby blue” es una canción de despecho en la línea de “It Ain't Me babe” (Ese no soy yo, niña) en la que muestra una capacidad extraordinaria para encontrar metáforas imposibles y para utilizar las puntas más afiladas de la belleza para devolver el daño que le han hecho. La calidad literaria de esta canción nos recuerda las múltiples veces que sonó el nombre de Bob Dylan como candidato al Nobel.

¿Qué falta le hace ese premio confuso y que tantas veces nos dio la impresión de que se jugaba a los dados al único e irrepetible trovador de Minnesota?  ¿Cómo pueden unos estirados suecos decantarse por alguien que con 25 años ya había demostrado que experimentaba una agonía placentera cada vez que cogía la pluma para hablar de amor?

Sí también yo creo que los pintores miserables de cualquier calle suelen descargar su frustración dibujando bocetos irreflexivos en las sábanas que compartieran con su última amante cuando nadie les hace caso y comen una vez al día. Ya ves, la gitanilla que toca la pandereta en el Harlem Hispano ha desplazado a esta chica triste en mis preferencias, después de tantos años juntos, de mantenerse imperturbablemente joven mientras yo envejecía. No me preguntes por qué, pero siempre he sentido un impulso irrefrenable de alinearme, como ese Dios huraño y desconocido, al lado de los que nacieron con un estigma en la frente.

24 de noviembre de 2014




6 comentarios:

  1. Hola, Enrique.
    Siento no poder saber qué dice la canción porque no tengo ni idea de inglés, pero tu texto me gusta, sobre todo el comienzo y la reflexión que haces casi al final:

    "el mundo se ha ido alejando de nuestra capacidad de comprensión, pero tú sigues moviendo la emotividad del amor en el recuerdo".

    Todo lo que escribes me parece interesante.

    Un abrazo.

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    1. Hablar de Bob Dylan, Fanny, siempre es un reto, sobre todo si te conjuras para no recurrir a la leyenda. Empiezo a sentirme un poco triste cuando percibo la conciencia que suelen tener los anglosajones de encontrarse ante algo irrepetible y decirlo antes de que sea demasiado tarde y a nosotros nos falta. It's all over now, baby blue es una canción de despecho en la línea de It Ain't Me babe (Ese no soy yo, niña) en la que muestra una capacidad extraordinaria para encontrar metáforas imposibles y para utilizar las puntas más afiladas de la belleza para hacer daño. La calidad literaria de esta canción nos recuerda las múltiples veces que sonó el nombre de Bob Dylan como candidato al Nobel. ¿Qué falta le hace ese premio confuso y que tantas veces nos dio la impresión de que se jugaba a los dados al único e irrepetible trovador de Minnesota?

      The empty-handed painter from your streets
      Is drawing crazy patterns on your sheets

      Un abrazo.

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  2. Es una conversación con Laura muy hermosa y que toca profundo en las emociones. Por lo menos a mí, la sensibilidad que fluye de las palabras me atrapó, me envolvió, me hizo sentir tus sentimientos y los míos frente a una situación así.
    Escribís muy bien y a mí me gusta mucho leerte. Aprendo de belleza literaria cuando te leo, cosa que es bastante difícil de encontrar por la Red.
    A veces no te dejo comentarios para no resultarte pesado, pero de que te leo siempre, no tengas dudas.
    Me decía un profe que uno elige a sus maestros. Yo creo que vos sos uno de los míos.
    Un abrazo grande!!

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  3. Sé que no soy humilde, Simón, que no lavaría los pies a unos rudos pescadores previendo la noche más larga, pero prefiero ser como soy y no intentar reflejar lo que no tengo como esos fariseos que abundan en la Red, aquí radica la razón principal de que haya abandonado foros y milagros y haya vuelto a mi isla. Cada uno tenemos unas circunstancias específicas y lo importante es vivirlas con sinceridad aunque sea luchando contra ellas. Soy tan vanidoso como cualquier hijo de vecino y aun sabiendo lo que dijo el inmortal payador perseguido no suelo liberarme de la impresión subjetiva porque pienso, no sabría decirte el por qué, que lo bueno que debo hacer en esta vida estaría siempre por llegar.

    Sé que nunca seré un buen maestro porque ignoro como he llegado adonde estoy, vivo aislado en una ciudad en la que Occidente agoniza y en donde el Atlántico y el Mediterráneo se besan, la montaña que más quiero está en territorio marroquí pero sé que ella no lo sabe cuando me mira. La sociedad conservadora de este enclave no me perdona que haya sido pobre y me queden ganas de perseguir con empeño a la pobreza, hace tiempo que murió el arroyo de mi niñez pero sigo escuchando sus latidos.

    Me hace mucha ilusión recibir comentarios, el tuyo no habría de ser una excepción, siento una inclinación manifiesta por la generosidad y es lo que he visto en las pocas veces que hemos estado en contacto.

    Un abrazo, Simón, sé que no puedo ayudarte mucho, pero haré todo lo que pueda para hacerlo. Tú a mí me has ayudado.

    franleoni@yahoo.es

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  4. Gracias Francisco por el enlace, ha sido un placer escuchar el audio y leer el magnífico texto. Un fuerte abrazo

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  5. Gracias a ti, Miguel. Me pareció idóneo complementar la respuesta a lo que me preguntabas enviándote el enlace de esta reseña heterodoxa.

    Para el imaginario popular el Nobel es una especie de Campeonato del Mundo de cada una de las disciplinas en las que se otorga. Mi desdén por este premio Literatura, que ha sido concedido a algunos de los grandes escritores de nuestro tiempo, viene dado por las veces que ha premiado a escritores mediocres, cuando no malos, o por el empecinamiento en premiar a aquellos que se expresan en inglés.

    El Dylan que murió en 1976 es uno de los grandes poetas de del siglo XX. Fue un cronista valiente e iluminado de las miserias de su país (quizás la universalidad sea su carencia más notable), dejando que otros hablaran de sus logros. Sus versos han sido amplificados, como los de Cohen, Brel o Sabina, por el milagro de la música y la aceptación popular a pesar de apoyarse en un lenguaje metafórico, cuando no críptico, digno de estudio.

    Creo sinceramente que, a pesar de los que pusieron el grito en el cielo al que los pájaros están encadenados, el Nobel ha ganado más que Dylan con esta, para algunos, extraña decisión; la paciencia de la que no anduvo muy sobrado en su época de esplendor lo corroborará. El tiempo está de su lado.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.