miércoles, 25 de septiembre de 2024

A una ama de casa

 No sonríes cuando piensas en el cuerpo hermoso

dibujado más lejos cada día,
confundido por la belleza que surge de la sinceridad herida
de una gacela que sufre
por el esfuerzo, el dolor, y por la entrega.

Difuminadas las ansias de amor bajo los árboles
y el perfume de colonia
de la tarde de verano que selló tu despedida
del viento, las cometas, de los cables, del sueño.

Vuelve aquel miedo al vacío
que sentías tras su marcha,
aquel deseo de subir a la azotea,
de mirar los pájaros y el suelo al mismo tiempo
con el impulso irracional
de intentar alzar el vuelo
o estrellarte.

Estás sintiendo su presencia en el silencio de la siesta,
los pasos de los niños que regresan de la playa,
la huida de la poesía hacia una imagen de Ford,
las voces de los muertos, y estás
amando sin saber si pueden tomar tu corazón
para mostrar la oscilación de sus latidos,
un suspiro
embargado en el mundo que se te fue alejando
envía sus destellos como una estrella sin vida,
con aquellos sabores y aquellas plantas
que lloran en el exilio
de tu memoria enamorada de un artista adolescente,
con aquella gente que murió y no lo sabe,
con aquellos cines que cerraron, y se quedaron con tus besos
y esta sensación tan cierta
de que tienes que luchar forzadamente
para esbozar la sonrisa que antes te brotaba sin pensarlo,
y no sabes que serás siempre hermosa,
una muchacha deliciosa de cincuenta años
porque tu alma siempre estuvo
por encima de la cabeza.

Tu ne souris pas quand tu penses au beau corps
tiré plus loin chaque jour,
confus par la beauté qui naît d'une sincérité blessée
d'une gazelle souffrante
pour l'effort, la douleur et le dévouement.

Diffusé le désir d'amour sous les arbres
et le parfum de Cologne
de l'après-midi d'été qui a scellé tes adieux
du vent, des cerfs-volants, des câbles, du rêve.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.