Despertando en el miedo
de sentir lo perdido
evoco las colinas que recorrimos juntos.
Han pasado los años, parece que no somos
aquellos que se amaban y volaban cometas.
Los puertos se esfumaban
densos como la niebla
en una calle angosta
y en la capa de Holmes.
y en la capa de Holmes.
La luz nos inundaba. Lejos, los edificios
perdían las ventanas, las puertas, los portales,
vagaba en los tejados
el último poema de tu amor que moría
al íntimo capricho que abrigaban tus ojos
y la tierra inflamaba las ansias del olvido,
tu pelo era una onda que perseguían mis manos
tu sonrisa una cruz,
tu cuerpo era el deseo disperso en los jazmines.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.