Y vuelve a aparecer Chaplin, con quien apenas se le relaciona, y sus tiempos modernos, hay puntos de conexión evidentes entre lo que uno y otro denuncian y lamentan en sus lenguajes respectivos fuera de toda norma.
No se puede tildar de reaccionario a
quien denuncia y describe los síntomas evidentes de desorientación y decadencia
moral que produce la sociedad de consumo. Hay otras posibilidades de progreso
que oponer a la que conocemos y lleva al hombre
a ser manejado por unas nuevas formas de opresión indiferentes y frías que
dejan que votemos a los que ellos elijan en sus conspiraciones palaciegas.
Pero no podemos pasar por alto la
idealización sin mácula que hace de su querido mundo rural de la Provenza,
lejos de las disputas por las lindes y las herencias que se dan en este medio.
Daudet no perdió el encanto ni el sentido del humor para hablarnos de la Provenza, era más
realista, sabía que había hombres que sacaban el cuchillo cuando les insinuabas
que su Virgen no era la más hermosa. No podemos obviar el odio irracional de
los peores crímenes de la España profunda. El animal urbano tomó antes
consciencia de la palabra liberación, a pesar del adoctrinamiento mediático, la gran urbe se ofrece más a la mutación espontánea mientras se espera a una novia que no llega sorbiendo el humo de las lámparas de neón .
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.