domingo, 7 de junio de 2015

Ya no mueren los labios lejanos que tuviste





Ya no mueren los labios lejanos que tuviste 
en el rubor sin rostro de una lágrima amarga 
que cae en el espejo
 de una sonrisa triste,
una fragancia muerta, una esperanza herida,
un árbol arrastrado por las hojas del tiempo. 

He perdido tu gracia, el ritmo de tus brazos, 
los libros que guardabas en el desván del viento, 
tengo sangre en las alas,
 el corazón perdido
y una corona mustia que insiste en los reflejos 
de aquellos versos largos que huyeron de mi alma.

Ya no busco en las sombras el aura de tu rostro, 
tu cintura prendida en un deseo que hiere, 
la luz de tu recuerdo en las calles vacías, 
pero sigo surcando 
el mar de tu mirada.


4 comentarios:

  1. Cuanta belleza, cuanto sentimiento en tus magníficos versos donde vas dejando la esencia de la nostalgia de unos recuerdos que pintas con bellas metáforas.
    Un poema que se siente como todo lo que escribes amigo. Excelsa siempre tu poesía.
    Un abrazo Enrique.

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  2. Me llega tu comentario en el mejor momento, Elda, he modificado el poema y no estoy muy seguro de haberlo hecho bien, no te creas sigo dándole vueltas a algunas cosillas. Ya veo que siguen sin dolerte prendas a la hora de tirar piropos, a mí me sientan muy bien y me ayudan mucho para seguir con lo mismo.

    Un abrazo, Elda, encantado, como siempre de volver a saludarte.

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  3. Cuánta belleza, Enrique, ayer te dejé un extenso comentario que ha desaparecido...!Ay! En él te decía que al leer tu poema me vino a la mente una frase que, desconozco si tiene autor: cuando un poeta te ama nunca mueres. Estos versos tuyos heridos por el tiempo y la nostalgia pero que siguen surcando la mar de su mirada,lo confirman de la manera más hermosa.
    Un gran abrazo.

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    1. Supongo que ese aforismo resume en esencia el mensaje que un jovencísimo Joyce nos transmitía en Los Muertos. Me siento triste por haber perdido tu comentario, pero sé que éste lo tengo por la pérdida de aquél. La poesía pasa por muy malos momentos y entre esa maraña de lugares comunes mal hallados de la Red florecéis algunos que nos recordáis que merece la pena luchar por las bellas rimas.

      Un abrazo.

      Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.