Me amabas en tu ardiente frialdad con la misma pasión descontrolada con la que yo me odiaba, me amabas por aquella incapacidad para concentrarme en una sola idea que existiera antes de que hubiera abierto los ojos y que me hacía tanto daño y tanto amabas tú aunque hubiera logrado que no me soportara y reprobabas los delirios de libertad iconoclasta que cimentaban mi orgullo, mi verdad irrenunciable como hombre, mi empeño en intentar ser humanista antes que poeta. Ahora estoy vencido, amputados de mi alma sueños, causas y azares que me fueron queridos, veo que el tiempo me ha ganado terreno, no se detiene y me acorrala; cabello gris, arrugas pronunciadas y pragmatismo de importación apresurada adornan la frente que otrora tuviera ansias de laureles. Ya no pienso en vender miles de libros, no iremos a Florencia para comprobar si no podemos dejarla atrás sin preocuparnos por los gastos, no buscaremos el verano eterno en los Mares del Sur. He comprendido que no puedo transitar la encrucijada de sentidos en la que se perdía Quevedo sin soltar las riendas, no puedo llegar a la gente con la naturalidad envenenada de Sabina, no puedo ser querido como Joan Manuel Serrat.
Pero pienso en las ruinas de Bogart sacando adelante una empresa desde la desesperanza, es cierto que me amabas por lo que yo me odiaba, pero aún me amas y yo estoy empezando a no odiarme, como decía Joaquín "las cosas no dan mucho más de sí."
(Conversaciones con Laura.)
El dulce sabor de la derrota cuando la derrota es consecuencia del inevitable paso del tiempo,una derrota universal que nos llega a todos tarde o temprano.
ResponderEliminarNo te he leído mucho en prosa pero lo poco que te he leído lleva ese sello inconfundible de tu poesía nostálgica toda sentimientos con la que tanto me identifico.
Y mi tocayo Sabina siempre oportuno para acompañar cualquier arranque emocional porque él es todo sentimiento también aparte de un enorme poeta...
Abrazos Enrique.
Creo, Joaquín, que la prosa es distinta a la poesía, hay grandes poetas cuya prosa no les ha aportado mucha gloria, también ocurre lo contrario; Unamuno hubiera sacrificado ensayos geniales por alcanzar la cumbre como poeta, era su sentimiento el que se lo demandaba, pero no lo consiguió, quizás era demasiado inteligente para dejarse llevar por el impulso irracional del lenguaje sibilino.
ResponderEliminarEn cuanto a tu tocayo, es el mejor entre los poetas actuales conocidos . Me alegra mucho la valoración que haces de él. Te aconsejo un nombre, es un compañero en el Foro Alaire; Joan Port.
Un abrazo, Joaquín.