Jesús me trajo la película que me sirvió de inspiración,
tenía que verla por el esfuerzo que hizo para conseguirla. Siempre creí
que el I want you de Dylan era un tema menor pero pegadizo. Como tantas
otras veces, estaba equivocado y me alegré profundamente.
Nunca te deseé tanto
como en aquel hotel de mala muerte
cuando te ajustabas las medias
después de haberlo hecho
con poco arte de mi lado
corroído por la culpa como estaba.
Porque tú y yo sabemos
que yo deliraba, estancado
en un sueño de amor
que nunca se abriría
por más que me chocara
contra el muro de las lamentaciones.
Te ponías la falda
para ir a tus clases de Francés,
me dejaste para un taxi...
y no he vuelto a verte;
te fuiste para siempre con Musset.
... ... ... ... ... ... ...
Y te deseo, te deseo,
te deseo tanto
que eres una masturbación
en silencio
en tantas noches de soledad en compañía,
que me hieren y me derrumban
desde que no veo aquellas piernas.
Publicado el 13 de Agosto de 2014
Todo intento de llegar a las fuentes de nuestra verdadera tristeza acaba siendo vano, quizás por la diversidad del mundo actual o lo complejas que pueden llegar a ser las cosas más sencillas del mundo, pero debemos celebrar que nos haya dejado alguna flor en el camino.
ResponderEliminar4 de julio de 2013.
Quizás debamos, Era, agradecer que pertenezcamos a un tiempo en el que las noticias llegan con una celeridad asombrosa, la música vino a traernos la poesía que quizás no encontró en su forma convencional, al menos no en la medida de la narrativa, el país que con sus muchas miserias también, marca muchas pautas en las manifestaciones culturales; Bob Dylan, Lou Reed, Paul Simon, Phil Ochs y, permíteme que incluya al canadiense Leonard Cohen y la Patti Smith que desgarraba en Horses y se esforzaba por liberarse del sentimiento de culpa y preguntaba a los ángeles en Radio Ethiopia son poetas con mayúsculas acordes con su tiempo y sus experiencias, con el sentimiento de singularidad asfixiante que los convierte en testigos privilegiados de un tiempo contradictorio en el que llegamos a la Luna y convertimos el territorio de los países que luchan por sacudirse el yugo de los colonialismos en un infierno. No es nada, mamá, solo estoy sangrando, dijo Dylan. En términos absolutos puede que lo que yo he escrito sea una nadería, pero me pareció interesante y espontáneo meterme en la piel de aquel jovenzuelo genial e irreverente cuando las cosas no le iban bien porque el amor y el deseo estaban por medio. Se suele pensar que la imaginación es menos importante en la poesía que en la narrativa, no lo veo tan claro.
11 de noviembre de 2014.