Hay quien puede creer que aún cantas entre los muertos
esa canción que me ponía tan triste,
que sueñas en los escalones
del umbral de una casa sin muros ni recuerdos
inserta en un cartel publicitario,
que miras la profundidad de la baraja
donde yace la muerte teñida de imprudencia,
tu juventud atravesada por una pluma sin tintero
cuya esperanza se ha perdido,
tu sonrisa acorralada por un deseo de amor
que no despierta,
las hojas muertas llevadas por el viento,
tu vestido arrugado en la tierra naufragando.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.