No
sigo por carácter,
la determinación no me arrastra,
mi única hazaña es seguir en pie
a pesar de tu mirada.
1
Ya
te lo he dicho antes;
no sé pactar una derrota,
la vida no me ha permitido
sostener una bandera blanca
en
la mano,
una toalla rota esperando en la esquina
donde cae la huella de un beso sepultado,
un acuerdo sin sangre con la muerte y el olvido.
Aún veo emerger la tristeza en la sombra de tu rostro,
vago por los pasillos del tren que nunca llega
y no se detiene en tu mirada,
ya no encuentro el corazón de la ciudad,
ni las columnas de acanto
donde nos conocimos entre reproches,
no serás para mí la América que destroza las fronteras,
que no mira al pasado mientras recibe
ataúdes con medallas y sollozos.
Soñé que escribía tu nombre en el agua
que no vuelve a la mar,
que
escrutabas el olor de una metáfora vacía,
que brotabas en el infierno de una nube
fugaz y lastimera,
que sonreías con ternura cuando ya habías muerto.
2
Contra las cuerdas
Nunca te has preguntado si tengo miedo
cuando aparezco en la escena desafiante,
me pediste que te amara en la sonrisa
y en los reproches,
pero no pude
desterrar de mi mente a la muchacha
díscola y perdida
que se puso un vestido y un maquillaje prestados.
Estoy confundido por la voz de la memoria,
donde hundes cada deseo de liberarme
con una mirada espesa,
nunca te asomarás a mi dolor,
soy ese alguien que sufre contra las cuerdas,
que no puede librarse
de los golpes enmascarados
y se levanta de frente en el castigo,
ese alguien que no tiene una toalla
para arrojarla al centro de la muerte
y pregunta a las farolas
por la persistencia en su rostro
de los moratones profundos
que lloran en el recuerdo.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.