Estoy segura de que ya nada ahogará mi rima,
durante años he llevado el silencio en la garganta
como una deuda de sacrificio,
pero ha llegado el momento de cantarle
una elegía al pasado.
(Alda Merini - Versión: F. E.León)
1
La ciudad se ha ido alejando de la que conocimos,
las calles no parecen tener el mismo color,
las mismas camisas ofrecidas al viento,
apenas quedan vidrieras en las que reflejar
nuestras emociones
y nuestra añoranza de lo que nunca ocurrió,
caminamos entre las cenizas de un pensamiento
que no llegamos nunca a poseer,
entre árboles extraños que perdieron sus raíces
y ya no distinguen
las sombras de los geranios blancos
que reman lentas en la tarde
que reman lentas en la tarde
de los estantes que arañan el antiguo
resplandor
de la huella de Camus sobre los adoquines
plegada en el papel que nunca llegué a enviarte.
Unos besos atravesados que se ocultan en las
ramas
de las arterias caídas que sufren las direcciones
de los puentes
me recuerdan
que los amantes que fuimos se fueron a buscar otra
soledad
cuya penetrante melancolía
se derrama en la mirada oscura de los himnos elegíacos
que no encuentran unos labios para que
vuelvan
a ser besados en la túnica abierta
de los paseos cenicientos que los sauces aroman,
para que puedan entonar en el pasado una palabra
de amor
que ahogue un largo poema de resentimiento
en la tarde más triste adonde huía el invierno más
cruel.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.