Permite que me duerma sobre el césped
lejano del jardín ya clausurado
que yo llamé alegría...
lejano del jardín ya clausurado
que yo llamé alegría...
(Arturo Maccanti)
No sé si volveré desde otra tristeza
a mirar los lugares que en la tarde
frecuentabas,
si podré escribir sobre la imagen de tu
vuelo
ahora que no lo reconozco
en las mismas mareas que remontamos,
que estoy perdido en una nube que no sueña
como un espejo roto y sin luna,
como una mirada que no puede ver la aurora
por el llanto,
un candelabro sin luz en un pasillo sin
ventanas.
Porque la ciudad se ha ido alejando de
nuestros pasos
las calles ya no tienen la misma dirección
que tuviera la alegría
y el viento parece soplar siempre del Este
con el ritmo espeso y anodino de los poemas
mutilados
en la sombra entrecortada
de una carta de amor que no encuentra
sentimiento
con su ruido de cristal entre los cortes de
la tierra,
caminamos por aceras
que ya no levantan la voz de una memoria
entre los pétalos de los claveles
consumidos en las rejas del pasado,]
entre veleros que buscan la sangre
renovada y esparcida por otros atracaderos.
Unos versos caídos en el alma de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no
estás,
la tristeza de una sonrisa que no encuentra
tus labios.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.