sábado, 20 de octubre de 2018

Cartas a Cesare; Segunda Guerra




Tu non sai le colline
dove si è sparso il sangue.
(Cesare Pavese - 1945)

No conoces los montes
donde corrió la sangre.
(Traducción; José Agustín Goytisolo)

Para cuando me muera, tendido en mi sudario
se apagará conmigo
el muchacho que tiembla en la colina
con el polvo cegándole los ojos,
el horror de los pasos que se acercan
y las frases solemnes en las temibles
rampas angostas de un gigante que no siente.
La pólvora y la muerte elevadas
a un ritual de honor y de conquistas
y un himno alentando la barbarie
con los cuerpos desgarrados en la niebla.
Arrinconados, en la altura
enrarecida de los montes Dolomitas,
el amor que esperaba y no me diste,
las cartas sin remite que nunca me enviaste,
y caricias que tendrían otro destino
mïentras
el silencio y la noche mordían con su abrazo
mi alma en la litera
y ardía el mundo de los tiernos y de los tristes
devastado por los celos de la espera que no muere.



      El delicado estado de salud que padecía hizo que Cesare Pavese no estuviera en el frente durante la Segunda Guerra Mundial, eso supuso un gran alivio ya que evitó que tuviera que luchar al lado del enemigo. Vivió este período como un emboscado atravesando las calles de un Turín derruido, pero su militancia sincera y comprometida no exenta de riesgo no fue suficiente para evitar que viviera la Guerra con una angustia intensa y que floreciera en su alma un sentimiento de culpa que le corroía y en el que invocaba a compañeros perdidos que se echaron a los montes. A pesar de los años y las dificultades implícitas a un tiempo de guerra seguía pensando en Battistina Pizzardo cuya voz y cuyo recuerdo le acompañarían siempre a pesar de los intentos con otras mujeres.    


Me importa Pavese, lo considero un poeta imprescindible, sus poemas me han acompañado desde 1981 y he tenido la suerte de que José Agustín Goytisolo con sus poemas y Ángel Crespo con su famoso diario, El oficio de vivir, después fueran los traductores de sus poemas. 
De vez en cuando hablo de su soledad con mi mujer, y sopeso sus errores con los míos. Era taciturno, silencioso, grave, sus flores no nacían en un recuerdo claro que atrajera a los ojos alegres que pasaban por su vida y temían enamorarse de él.
Pienso que Pavese y yo jugamos con un pequeño margen de error por diferentes motivos; él era sincero cuando decía que el triunfo de una persona era medido por las cosas más elementales de la vida; satisfacer a una mujer, conservar a un amigo, mezclarse con la gente de su pueblo y tener las mismas aspiraciones que las personas que luchan por mantener un trabajo.
En los casi dos años que llevo en esto he intentado crear diálogos y opiniones, situarme en un mundo que suponía muy por encima de la sociedad nuestra de cada día. Estoy contento con este poema que no pretendió otra cosa que ser un homenaje íntimo a un poeta crucial en mi vida y en el que acabé reflejando mi repulsa hacia el perfil más perverso y brutal del hombre, la soledad en el amor, la incomprensión en la poesía.


He seguido insistiendo en este poema, María, que nació en un instante preciso. Es difícil saber si hemos interpretado bien a nuestros poetas, aunque creo que lo más importante es recrear lo que se nos ha quedado en la memoria; la soledad, las dificultad en entablar una relación amorosa, los remordimientos por no haberse echado a los montes como hicieron otros, la poesía como un sueño indefinido. Supongo que él no hubiera podido imaginar que se le recordaría por sus últimos versos, esos que surgieron de un deseo no realizado. 


Tanto tú como yo, Elda, tenemos la suerte de no haber vivido una guerra, eso no quita que no podamos tener una percepción de ella a través de lo que hemos visto o leído. Este poema tiene mucho que ver con la lectura de los que Cesare Pavese escribió en 1945, me impresionaron en su día y no han dejado de hacerlo, coindían la guerra y la falta de amor, quise acercarme todo lo que pude a un poeta honesto que llevaba con amargura no haber participado en la contienda al lado de los partisanos por problemas de salud.


Siempre me das, Fanny, la oportunidad de poder expresarme, es algo que te agradeceré siempre. Quizás éste sea un poema extraño, un intento de expresar algo terrible como la guerra que he tenido la fortuna de no vivir, lo encajé dentro de otros poemas centrados en la figura de Cesare Pavese aunque ofrece diferencias importantes respecto a los otros cuatro poemas. Te aconsejo que leas la breve obra poética de este autor, no sé hasta qué punto supe situarme en sus obsesiones, lo de las cartas hace referencia a un exilio que vivió un par de años antes de que empezara la guerra y gira alrededor del que fue el gran amor de su vida y la decepción que le produjo que se casara con otro y se despreocupara de la situación difícil a la que ella le había conducido, "La voz dulce y ronca no vuelve en el silencio frío" 

Siempre es difícil hacer valoraciones comparativas, leo, un poco al azar buscando tal o cual año, "El oficio de vivir" y me parece imprescindible cuando aparece la sombra de sus mujeres, la búsqueda de la muerte como un paso inevitable que no quería que ella lo diera; "Nadie se suicida por el amor de una mujer", llegó a escribir, cuando se acepta que lo último que hizo antes de ir al encuentro con la muerte fue llamar a algunas de las mujeres con las que había tenido contacto.

          Pero acabo inclinándome del lado del poeta, nunca fue reconocido como tal y fue premiado con el máximo galardón literario italiano como novelista. No sonreía, algo muy raro en él, por el reconocimiento sino por la presencia de Constance Dowling.

Mié, 22 Ago 2018 18:26

Creo que escribir un poema sobre Pavese allana mucho el camino, no hay, entre los grandes escritores, otro más coherente que él, con una vida más sencilla, hasta el haberse afiliado al partido fascista estaría justificado por la búsqueda de tranquilidad y por conseguir un empleo, no son cosas triviales bajo un régimen represivo y violento. De ideas izquierdistas fue detenido y condenado al exilio tres años más tarde, pero no fue por sus ideas (no creía demasiado en la política) sino por amor, sin duda el más grande y amargo. Es posible que su conocido y aclamado diario haya desviado la atención de sus estudiosos más allá de lo aconsejable, interpretándose todo lo que decía en él como si fuera una declaración ante un juez o un testamento; es posible que su obra de ficción y su poesía aporten tantos datos de su personalidad y de sus intenciones como él. Cabe la posibilidad de que Pavese  hurgara en sus páginas buscando a aquel que podría haber sido y respondiera, por ejemplo, en un lenguaje vulgar y despreciativo hacia las mujeres como una respuesta impulsiva provocada por la frustración constante que sufría por parte de ellas. Pero esta misoginia no se mantiene si analizamos el tratamiento que otorga a los personajes femeninos de sus novelas y, sobre todo, si atendemos a los testimonios que nos han llegado de su trato directo con ellas. Un hombre brillante en su oscuridad asumida; los mediocres casi nunca sacan los pies del tiesto. Quizás nunca consideró debidamente la presencia constante de su hermana María, fue, hay cartas que lo atestiguan, la fiel confidente en su cruel decepción con Battistina, y aquella con la que convivió hasta el final de su vida.

Dom, 17 Mar 2013 14:24

Cuando escribí estos versos estaba inmerso en el poema de la duda, y vino tan claro y tan franco (excepto este poema que quedaba un poco desencajado y tuve que reescribirlo unas cuantas veces). Pero refleja la admiración que siento hacia un hombre bueno y sincero a quien todo le salió mal, creyó en el amor y en la amistad y éstos siempre escapaban por la ventana, murió como una vedette decepcionada por una aventura pasajera, como un hombre que no encuentra su sitio en el mundo. 

Para Pavese, Gallnnet, cualquier mujer era hermosa, su ideal amoroso era amanecer con una que llenara la estancia con su sonrisa, que iluminara el aire al respirar. Él no escribió su famoso diario para que fuera leído (comprendo que esto último genere dudas). La misoginia que se deduce de su lectura puede llevar a confusión, estaba dolido con las mujeres porque nunca pudo culminar un gran amor. Un hombre bueno y comprometido que fue severo consigo mismo hasta donde le fue posible, un mártir, quizás, sin Dios, un hombre honesto que se llamó a sí mismo cobarde por no haber participado de forma activa en la guerra.
Dom Dic 17, 2017 4:05 pm

Para Pavese, Gallnnet, cualquier mujer era hermosa, su ideal amoroso era amanecer con una que llenara la estancia con su sonrisa, que iluminara el aire al respirar. Él no escribió su famoso diario para que fuera leído, la misoginia que se deduce de su lectura puede llevar a confusión, estaba dolido con las mujeres porque nunca pudo culminar un gran amor. Un hombre bueno y comprometido que fue severo consigo mismo hasta donde le fue posible, un mártir, quizás, sin Dios.

Dom Dic 17, 2017 6:53 pm

Pavese era a la soledad lo que Pessoa al desasosiego, Ale, eran dos solitarios que demasiadas veces tenían que lidiar a solas con sus respectivos pensamientos. Con respecto a Pavese podemos decir que nunca llevó la vida que deseaba y que identificaba con la que llevaba cualquier hombre de la calle, el amor siempre le fue esquivo, desde la bronquitis crónica que cogió a la puerta de un teatro bajo la lluvia en donde le había plantado una bailarina hasta la ruptura con una actriz norteamericana meses antes de su muerte y siempre su amor sin descanso por la mujer de su vida, aquella que le traicionó y por la que sufrió un exilio; Tina Pizzardo.

y yo me maldecía por haber convertido
en nube aquel encanto,
en sueño el desvarío.

         Para él la soledad fue una tortura, quisiera haber sido cualquier hombre de su calle, pero es Turín una ciudad desangelada que no pudo desembarazarse nunca de la locura de Nietzsche. Demasiadas horas traduciendo, especialmente a los autores americanos de la Generación perdida. Era un traductor laborioso y excepcional, demasiadas horas escribiendo, él quería un amor al que consagrar su vida. Seguro que hubiera sacrificado ser el mejor poeta italiano del siglo XX por ello.

Dic 17, 2017 9:36 pm

Gracias, María, fui quizás un poco previsible con este trabajo, pero la soledad tiene otro sentido desde que Pavese pasó por ella y no pudo esquivarla. Te dejo unas palabras que escribí después de haber leído una página de su diario, "El oficio de vivir".
Es preciso encontrar, en la maraña de lo que nunca escribiste, las palabras que mejor te representen para encontrar una salida a tus equivocaciones, para decirle a los vientos cuando recorran tu calle que pasabas por allí, que, aunque nadie lo recuerde, alguna vez viviste, que tuviste una amante aunque nunca yacieras con ella, que tuviste un amigo aunque hayas olvidado su rostro y su nombre pero recuerdas su sonrisa en los días grises y un pueblo que recitará tus versos de mala gana porque te has convertido en la única posibilidad de que algunos se ganen la vida.

Sáb Dic 16, 2017 8:52 pm

Él la amó siempre, ella, quizás un instante, también lo quiso, él se jugaba la vida por entregar las cartas de amor que ella recibía de otro, no había para los fascistas nada tan subversivo como el amor. Él se llamaba Cesare Pavese, ella Battistina Pizzardo, de esta relación nacieron poemas inmortales, diarios antológicos.

Hace tanto te siento y no llevo tu nombre
como si fuera mío y pudiera abrigarlo,
tu buzón está lleno
de caricias que mueren
y no saben llegar a la orilla del rostro
que apenas puedo ver y sabe que lo vivo,
el mío está vacío y triste hasta la muerte.


Lun Dic 18, 2017 12:42 pm

Cesare no tenía la culpa de ser taciturno o, peor aún, de parecerlo, no llegaría a imaginar que nos hablara tanto de amor alguien que siempre se quedara a las puertas de conocerlo, no supo nunca que las mujeres suelen enamorarse de los hombres que las hacen reír. Le marcó para siempre que su padre fuera un mujeriego y que, Consolina, su madre el más estricto sargento de semana.


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