domingo, 2 de febrero de 2014

Momentos (III)

5


Ya no sentirás vergüenza por ser una chica triste,
no pensarás que has hecho algo mal
cuando tu amante se enfade
porque perdió su nombre en las carreras,
ni agacharás la cabeza
ante los puentes inclinados en la lejanía
donde tu corazón se encoge como si fuera
la última lágrima
de una sirena perdida
en la corriente constante del Hudson.
 


6

Hay quién puede creer que aún cantas entre los muertos
esa canción que me ponía tan triste,
que sueñas en los escalones
del umbral de una casa sin muros
inserta en un cartel publicitario,
que miras la profundidad de la baraja
donde yace la muerte teñida de imprudencia,
tu juventud atravesada en un poema,
las hojas muertas llevadas por el viento.

...
Volveré a tocar tu cabello humedecido
como una tarde gris
y volveré
a encender una llama en nombre del recuerdo,
a despertar el sabor de la resaca en tus ojos,
en ese infierno de los escaparates, en el ruido
que ahoga la palabra profunda del poeta
que duerme en la calle con el gesto contrariado
porque las lilas nos devuelven a la vida
una tarde de agosto
y se yerguen
sobre el sueño reseco de Nembutal adoctrinado,
y la respiración de aquellos que te amamos se contiene.

¡Ay, de esa libertad que aprisionó tus alas.
esos labios de rojo carmín,
esos pechos caídos para siempre!

2 comentarios:

  1. Impactante poema, Enrique.Me llega el amor de lo perdido, el recuerdo que no abandona la memoria y se evoca con melancolía "encendiendo una llama en nombre del recuerdo".
    La última estrofa es un bello lamento, y lo percibo como un homenaje a alguien que perdió su vida joven luchando por la libertad.

    Los tres momentos del poema son muy emotivos, pero el último lo es extraordinariamente .
    Mi felicitación.
    Un abrazo.

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  2. Estos poemas, Fanny, que he llamado "Momentos" están inspirados en su mayor parte en Marilyn Monroe aunque mezclados con mi relación con la mujer que, para bien y para mal, ha marcado mi vida y no solo en lo literario. Un proceder similar ya lo llevé hace unos diez años poniendo delante de ella el espejo de Sylvia Plath. Sé que para aquellos, la inmensa mayoría, que se han quedado con la imagen más aceptada de ella sería mucho decir que luchó por la libertad, pero aquellos otros que siempre vimos en ella la sonrisa triste de una niña perdida sabemos que hay pocos casos que ilustren como el suyo la búsqueda de la libertad individual. En su vida llegó a hacer todo lo posible, incluyendo asuntos que afectan frontalmente la moral y la corrección, por ser Marilyn y cuando lo consiguió hizo lo que pudo por librarse de ella. Nunca estuvo más cerca de esto último que cuando se casó con Arthur Miller, quizás el mejor dramaturgo norteamericano de la centuria pasada, pero fracasaron como pareja, según dicen porque Miller llegó a comprenderla demasiado bien y así lo reflejó en el guión de Vidas Rebeldes, una aventura amarga y crepuscular de perdedores en la que también se profundizaba en el drama o la tragedia de Montgomery Clift y anunciaba los últimos momentos de Clark Gable, con un cansancio evidente en su sonrisa seductora, película de Huston que pasa por ser una de las peor tratadas de la historia del cine. Antes, muy joven, estuvo casada con un oscuro operario, se dice que por escapar de casa, y después cuando había dejado atrás a Norma Jean con el héroe americano, el mejor jugador de beisbol que ha existido o, al menos, el más conocido, Joe Di Maggio, en ambos casos con desastroso resultado.

    Te agradezco, Fanny, que te hayas acercado tanto a este rincón y que me comentes formas muy distintas de entender la poesía. Me siento muy satisfecho de encontrar a personas como tú.

    Se da la paradoja, Fanny, que estos poemas los tengo como muy agradecidos porque, equivocado o no, reflejan mucho de lo que quería decir y además, aprovechando la bondad del verso libre tienen muy pocos retoques y ninguno en más de un caso, y, precisamente, el más ambicioso de ellos es el poema en el que más tiempo he trabajado en mi vida con diferencia, he llegado a contar más de diecisiete versiones, y no he podido darlo aún por concluido.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.