A Laura, con
todo lo que puedo y lo poco que me deja. A los catorce años decidió que quería
un poeta, es posible que lo haya conseguido treinta y siete años de soledad
después. Por mi parte solo quise ser un hombre y una sonrisa de tolerancia
humana de su parte hacia mis debilidades, hacia mis equivocaciones. No sé si volveré desde
esta tristeza. En este momento no quiero estropearte la fiesta, pero insisto,
creo que a Ted Hugues se le ha intentado siempre sojuzgar. Llevó con una dignidad escalofriante una cruz que no era la suya; que Sylvia Plath, lastrada por
todas sus pesadillas infantiles, la figura autoritaria de su padre y el sentimiento de sacrifio estéril en su obsesión por imitar a Cristo, confundía el amor con arrebatar un alma y
buscarle un estúpido pedestal en el mundo de las ideas. "No quiero renunciar a equivocarme". No quiero ni por un momento mostrarte esta alma mía que te asusta.
Los besos por
escrito no llegan, se lo beben los fantasmas por el camino.
(Frank Kafka –
Cartas a Milena)
(Lo que me
dijiste ayer – 18 de Febrero de 2014)
Qué profundo "querer solo ser un hombre" y contar con "la sonrisa de tolerancia humana hacia las equivocaciones"...
ResponderEliminarSolamente por estas frases, este escrito merece ser leído.
Me gusta también la referencia a Sylvia Plath, aunque algunas cosas suyas me parecen buenas.
Un abrazo.
Ya he podido constatar que la visión que tenía de Ted Hugues estaba distorsionada a causa de su gran calidad como poeta, Fanny. Creo que Sylvia fu maltratada por sus propios fantasmas, es cierto, pero Ted no hizo nada para espantarlos, al contrario, permitió que se hicieran más fuertes y que la acorralaran para llevarla a la muerte.
EliminarGracias, Fanny, siempre me es grato disfrutar de tu sensibilidad y tus ansias de poesía.