Para beber la huella
de tu rostro
y arrebatarle al aire
su fragancia
quise
desperezarme
del terrible marasmo de
la nada.
Entonces sueños,
entonces golondrinas
cabrían en mi voz
enamorada
y acercarían el vuelo a
aquella tarde
cuando entre tristes
árboles pasabas.
Serías tú misma el
sueño y el amor,
serías la muerte cuando
me mirabas.
(Abril - 1991)
Bellas palabras para definir el amor que en ese momento sentías pero creo que lleno de indecisiones.
ResponderEliminarPreciosa poesía Enrique. Me encantan los dos primeros versos.
Un gusto leer tu forma tan bonita de versar.
Un abrazo.
Elda, no por habituales, dejan de ser importantes para mí tus comentarios. De hecho me han hecho ser más consciente de lo importante que es tener personas que leen atentamente mis poemas, y que, mirando hacia atrás, se me vaya haciendo difícil encontrar algunos para colgarlos en el blog, porque se intenta responder a unas expectativas, ya sabes como admiro a los cantantes que lo dan todo aunque tengan un público muy reducido. Coincido Elda, contigo en que los dos primeros versos del poema son los más hermosos, surgieron así y ya no pude cambiarlos.
ResponderEliminarUna preciosidad de poema, con mucha calidad poética y lleno de romanticismo. Magníficos los dos primeros versos y los dos últimos.
ResponderEliminarTodo un placer su lectura.
Gracias, Elisa. Es uno de esos poemas que surgen de una vez y que apenas tienes tiempo para reflexionar sobre lo que has escrito. Me agrada que hayas resaltado versos llenos de significado y que pueda contar contigo entre las personas que los comentan. Me gustaría, Elisa, si es posible, devolverte la visita.
ResponderEliminarUn saludo.