martes, 15 de diciembre de 2015

Los Puentes



Ella creía que todos los puentes eran hermosos.



I could have loved you once

and even said it

But you went away,

When you came back it was too late

And love was a forgotten word.

Remember?



(Marilyn Monroe)



Pude haberte amado alguna vez

                             e incluso lo dije

                             pero te fuiste,

                             cuando regresaste era demasiado tarde

                             y el amor era una palabra olvidada.

                             ¿Recuerdas?

1



Una habitación sin alma




Hay quien puede creer que tu sonrisa es triste,

que envidias la soledad sin sueño

de los pájaros que mueren

porque no tienen pulso que les lleve a gritar,

porque sus alas no vibran de desesperación

ni tienen que enfrentarse

al castigo de las horas envueltas en tañidos sin campana,

en llamadas sin respuesta.



No volverá tu padre para sentarte en sus rodillas

y decirte que eres preciosa y tierna,

que no te dejará nunca,

te sentirás fuera de órbita en el planeta de tu madre

que ante el espejo destroza el carmín contra sus labios,

las flores contra el olvido

donde navega la última frase de amor que no recuerda,

y llorarás, como se llora en el silencio de una habitación sin alma,

como llora una niña cuando el mar le inunda los ojos

y una pajarita de papel con un poema plegado

le atraviesa el pecho encogido

mientras espera que la aurora llegue para llevarse el miedo.


2



Los puentes




Ya no sentirás vergüenza  de ser una chica triste,

ya no pensarás que has hecho algo malo

cuando tu amante se enfade

porque han bajado sus acciones o ha perdido en las carreras.



No agacharás la cabeza bajo los puentes inclinados

ante el recuerdo errático de tu amor

y la huida de las caricias,

no verás el acero envolviendo  los cristales

con las pinceladas borrosas de los edificios

en la lejanía de los crepúsculos que se apagan

donde tu corazón se desmorona

como la última lágrima

de una sirena que vaga

perdida en la corriente constante del Hudson.


3



Ningún lugar




Estarás sola cuando llegue el cartero

y pregunte por otra dirección,

¿sabes dónde vive la tolerancia?

¿dónde la generosidad que nadie tuvo contigo?

¿dónde encontrar el milagro de una sonrisa sincera?



Se hace tarde, la esperanza ha pasado,

la ciudad se cubre de una neblina fluorescente

y hay muchachos que escriben en la calle

ríos de amor con un verbo descontrolado,

hay quien pasea

sin saber hacia donde se encaminan los versos

que morirán sin aire ante los muros

de la avenida del silencio,

quien tiembla ante el recuerdo del amor

como si fuera un dios que nunca le perdonara

haber nacido con una sonrisa triste

como la tuya, como tu enredadera y tu recuerdo.



Siguen pasando los coches y te quedas ensimismada

con los fragmentos de belleza

que proyecta la luz de los faros sobre la lejanía

mientras tu corazón se acerca a la fragilidad

de un sueño inacabado,                                         

de una ruta cortada por un murmullo de voces que no comprendes.

                                                                                                                    

Nadie te espera, nadie te necesita

pero yo entregaré tu nombre

a la rosa de los vientos

cuando el norte se apague y tenga para siempre tu sonrisa.
  

 4



Cinco minutos


Porque todo el mar cabría en la belleza oscura de tus ojos
y aún así me quedaría con la luz de tu mirada.





Cinco minutos de amor, un refugio en el recuerdo,

un alma que se emociona con las palabras sensibles

que apenas escucha

y deja descosidas en un cuaderno sin solapa.



Los caminos se estrechan entre la luz que se acorta

y difumina

y llamas al grillo del hogar que no tuviste

porque estás sola

como una muñeca perdida en un almacén

cuando terminan las rebajas,

como el silencio de los escaparates de la ciudad dormida,

como la golondrina

que se enamora del invierno.



Pero esos momentos te llenan de vida,

resucitan a la niña que se perdió y se rebela

para que su madre adorne

su pelo con un jazmín adolescente.



Retomas el camino que nunca conociste

mientras lloras por la muerte de la tarde

y a través de la ventana los árboles

se convierten en sombras,

tu corazón en un silencio que agoniza,

tu sonrisa en un gemido que traspasa la noche

y muere en el alba.

                  




5


Mi carta abierta




No dejaré mi carta abierta en las paredes de tu calle,

romperé  tu fotografía reprochándome a mí mismo

haberte perdido en la maraña de tus anotaciones,

en la terquedad de tus reproches abiertos

como una espada que se esgrime en el aire que me llega.



Nadie sabrá que nos amamos una noche fría

que se adueñó de la fragilidad de nuestros cuerpos

mientras los barcos pasaban indiferentes

y los vagabundos miraban las estrellas

sin saber que eras tú quien reinaba en ese puerto

y tu calor guiaba la zozobra de mis manos.



Tú que alumbraste mi vida, tú que llevabas

la tristeza del mundo en la sonrisa,

la amargura de los vientos del sur en la mirada,

tú que ya no sabes que me amaste una noche fría.



6




Hay quien puede creer que aún cantas entre los muertos

esa canción que me ponía tan triste,

que sueñas en los escalones

del umbral de una casa sin muros ni recuerdos

inserta en un cartel publicitario,

que miras la profundidad de la baraja

donde yace la muerte teñida de imprudencia,

tu juventud atravesada por una pluma sin tintero

cuya esperanza se ha perdido,

tu sonrisa acorralada por un deseo de amor

que no despierta,

las hojas muertas llevadas por el viento,

tu vestido arrugado en la acera naufragando.


7



La Niebla





Después del silencio se derrama tu voz

en una canción alegre hundida en la tristeza ,

no queda una elegía que haga renacer

los sentimientos rotos, no queda una palabra,

para evocar anotaciones transidas de dolor,

de puentes,  de excesos, de manos,

de orgullo, de agonía…



En el martirio de tus dudas te sumerges

en ese mar de ginebra que se agita sin norte

en la mano que tiembla en el cristal,

en los labios pintados que procesionan en el pasillo.



El amor no aparece con su sonrisa extraña

rellenando los huecos de un corazón que llora

mientras el mundo se inclina en otra dirección

que no tiende sus lazos,

que no retienes, se difumina y se te escapa.



Vives el desconcierto, flirteas con las pastillas,

mueres en la amargura con el tono marchito

de quien siente que su tren se perdió en alguna parte,

en los raíles sin espejo de una metáfora sentida

donde quedan los versos de luz

que huyeron hacia el oeste,

y una sombra que estrecha su figura contra tu cabeza

te susurra lo cerca que se halla la salida.



¡No sé cuántas veces te busqué en el murmullo

del parque por la noche,

cantante callejera en la soledad de la isla,

ni  cuántas recité a Ginsberg acariciando

en su aullido iconoclasta

la ternura de tu rostro de ninfa enajenada!



Ahora miro tu cuerpo abandonado en la niebla

que desprendían aquellos ojos cerrados al mañana.


8

Ya aprendí que el corazón se desespera

en la negrura espesa que acaricia el abismo

del dolor y la amargura

cuando grita y no puede destruir el muro

que levantan las ruinas de tu alma.



Tu corazón se me presenta

como una niña maltratada que mira recelosa

desde la esquina que doblaba hacia su casa

y ya no reconoce los tejados y las nubes,

los rostros que se cruzan

y no puede avanzar por el peso de las sombras

de su culpa proyectada en las aceras.



Esa niña se rompe en una lágrima

que no será enjugada por un pañuelo amigo,

reza en la línea que separa los lirios del monte,

y piensa que todo lo que amaba

se ha perdido sin remedio.



9




Volveré a tocar tu cabello humedecido

como una tarde gris

y volveré

a encender una llama en nombre del recuerdo,

a despertar el sabor de la resaca en tus ojos,

en ese infierno de los escaparates, en el ruido

que ahoga la palabra profunda del poeta

que duerme en la calle con el gesto contrariado

porque las lilas nos devuelven a la vida

una tarde de agosto

y se yerguen

sobre el sueño reseco de Nembutal adoctrinado,

y la respiración de aquellos que te amamos se contiene.



¡Ay, de esa libertad que aprisionó tus alas.

esos labios de rojo carmín,

esos pechos caídos para siempre!

(Publicado el 10/7/2015)

2 comentarios:

  1. Un homenaje, bello y sentido, a Marylin Monroe y a cuantas mujeres se les ignoró el alma .

    Un abrazo.

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  2. Quizás no buscaba nada en esta incursión un tanto errática provocada por aquel esplendoroso prólogo de Fragmentos y me encontré con unos poemas extraños que me producen una inquietud intensa, Fanny, quizás nadie haya sabido decirnos donde está la poesía, sigo sintiéndome desconcertado ante una mujer que lo tuvo todo y le dio la espalda a todo porque buscaba poesía, un poco de vida y arte en la soledad brillante de su triunfo.

    Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.