Cada poema se pondrá el vestido
de tristeza que no atienda a razones
y alimente las cifras del desnudo
que te arranqué sin verte en los salones.
Pero ahora me voy como un ausente
sin calle, sin semáforo, sin coche
como la piedra helada de tu frente
que ya no piensa en mí,
que no late, no llora, que no siente.
Habrá una aurora nueva en tu silencio,
un mensaje de dudas
en mi buzón de espera,
pues no hubo tregua abrupta en mi vida
que sangre y fuego labrado no hubieran
con las rosas durmiendo en el tejado
y los gatos hiriendo
el sueño en la maleza adormecida,
con seres de locura enamorados
y besos sin carmín en las mejillas.
Pero me voy como un hueco que grita
en los parajes yermos del espanto
abrigando en mi pecho soledades,
incomprensión de olvido que no acaba,
derroteros del mar que nos inunda
y deja nuestros ojos sin ventanas
y una estrofa temblando en los andenes
de tu pelo perdido en los jazmines.
Pero ahora me voy como un ausente
sin calle, sin semáforo, sin coche,
como la piedra helada de tu frente
que ya no piensa en mí
que no late, no llora, que no siente.
sin calle, sin semáforo, sin coche
como la piedra helada de tu frente
que ya no piensa en mí,
que no late, no llora, que no siente.
Habrá una aurora nueva en tu silencio,
un mensaje de dudas
en mi buzón de espera,
pues no hubo tregua abrupta en mi vida
que sangre y fuego labrado no hubieran
con las rosas durmiendo en el tejado
y los gatos hiriendo
el sueño en la maleza adormecida,
con seres de locura enamorados
y besos sin carmín en las mejillas.
Pero me voy como un hueco que grita
en los parajes yermos del espanto
abrigando en mi pecho soledades,
incomprensión de olvido que no acaba,
derroteros del mar que nos inunda
y deja nuestros ojos sin ventanas
y una estrofa temblando en los andenes
de tu pelo perdido en los jazmines.
Pero ahora me voy como un ausente
sin calle, sin semáforo, sin coche,
como la piedra helada de tu frente
que ya no piensa en mí
que no late, no llora, que no siente.