Arranca este lamento
en la mañana
cuando el licor asoma
en poros y gemidos.
Lleva el mar el aullido que intentaba
expresar el dolor
por haberte perdido.
Roma erguida sobre siglos de pesares
y ruinas,
sobre divagaciones y sueños de profetas.
Roma en mi vida,
ciudad sin nombre
en la memoria
que la noche presiente
y me robó el amor
en esta callejuela honda de los fracasos
que me entregó la poesía,
y una verdad amarga que me arrastra
por la arena al final de los caminos.
por la arena al final de los caminos.
Precioso poema. El alcohol aplaza el lamento pero no lo elimina.
ResponderEliminarUn saludo
Te agradezco sinceramente, Geus, que me hayas dejado tu comentario en este poema.
EliminarUn abrazo.
Francisco recién te conozco
ResponderEliminarcuanta belleza hay en los suspiros de tus letras
Una sorpresa muy agradable, Recomenzar, te agradezco mucho que me hayas dejado tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar¡Con qué belleza y con cuánta fuerza, lamentas las pérdidas!
ResponderEliminarSiempre mereces ser leído; nunca defraudas.
Un abrazo.
Siempre es agradable poder dirigirme a ti, Fanny, no me falta tu aliento y has ayudado mucho a que no rompa los hilos. Pienso que los poemas están para que se lean, para que pueda hablarse de ellos, para que reflexionemos sobre el instante de su creación, éste nació en el bar de una universidad.
EliminarUn abrazo.