Hace unos días estuve hablando con mi mujer, es una crítica del bando de
los idealistas irreductibles, siempre quiere ver vida en lo que es
simplemente cine, de esta película. Cuánto peor me la valoraba más hacía
que me gustara en las sombras del recuerdo; lo peor es que no pasa
nada, me decía, mientras el mundo se hunde. Mientras unos que triunfan y
llevan unos trajes impecables duermen con la mujer de sus sueños y
dejan que se marchite.
Un niño pijo piensa que la vida puede afrontarse con autenticidad pero no quiere, más bien no sabe, hacer nada para que sea así, se deja llevar mientras cierra la boca y empieza a no escuchar sus propios pensamientos. Se beneficia a la madre y a la hija, pensando que la sonrisa un tanto ingenua e inexpresiva de la hija no puede competir con la atracción fatal de las medias de la madre, las casadas insatisfechas y ociosas también pueden llorar, tener una risa loca y unos deseos ardientes que les demuestren que están vivas. .
Quizás el fallo (o acierto según quién) más grande de esta película es que convierta en un héroe a Dustin Hoffman por el amor platónico de Katharine Ross cuando la hazaña hubiera sido acabar en los brazos de la señora Robinson, se supone que el encanto duraría nueve semanas y media, mientras crucificaba la hipocresía que la buena gente dice que no lo es, pues es, simplemente, saber estar, tener la certeza de que las acciones seguirían subiendo. y escupían sobre la tumba de aquellos que vivían el sueño americano.
Quizás El graduado" tenga la mejor banda sonora de la historia del cine. Paul Simon había escapado ya de su mejor poeta, del lirismo sentimental al que apenas miraban los nuevos tiempos (1964 - 1966) pero aún le quedaban ganas de insistir en el desasosiego del americano de clase media alta que imitaba al rico en su decadencia, en el desenfreno de la doble moral.
Un niño pijo piensa que la vida puede afrontarse con autenticidad pero no quiere, más bien no sabe, hacer nada para que sea así, se deja llevar mientras cierra la boca y empieza a no escuchar sus propios pensamientos. Se beneficia a la madre y a la hija, pensando que la sonrisa un tanto ingenua e inexpresiva de la hija no puede competir con la atracción fatal de las medias de la madre, las casadas insatisfechas y ociosas también pueden llorar, tener una risa loca y unos deseos ardientes que les demuestren que están vivas. .
Quizás el fallo (o acierto según quién) más grande de esta película es que convierta en un héroe a Dustin Hoffman por el amor platónico de Katharine Ross cuando la hazaña hubiera sido acabar en los brazos de la señora Robinson, se supone que el encanto duraría nueve semanas y media, mientras crucificaba la hipocresía que la buena gente dice que no lo es, pues es, simplemente, saber estar, tener la certeza de que las acciones seguirían subiendo. y escupían sobre la tumba de aquellos que vivían el sueño americano.
Quizás El graduado" tenga la mejor banda sonora de la historia del cine. Paul Simon había escapado ya de su mejor poeta, del lirismo sentimental al que apenas miraban los nuevos tiempos (1964 - 1966) pero aún le quedaban ganas de insistir en el desasosiego del americano de clase media alta que imitaba al rico en su decadencia, en el desenfreno de la doble moral.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.