Ni siquiera
alguien como yo
podrá salir
indemne del dolor que me causas,
cayeron
otras torres sobre la soledad
del metro
por la noche,
otros muros
acogieron el amor que te daba
y guardan
tu recuerdo como una flor que siente
en el papel que tiembla y busca tu candor.
Cambiaron
los espejos del mar que nos miraba
y el aire no
es azul
entre el himno
de los coches
y el rumor
del tabaco en labios juveniles
que nunca
aprendieron
a creer en el ayer y no creen en el mañana.
Y supe
encajar los golpes en el ring de la vida,
refugiarme en tu rostro
ante la
incomprensión del mundo enrevesado
de las
rosas de plástico y las canciones fingidas
que
atravesaban calles sin melodía y sin voz.
Ni siquiera
yo, que fui el aroma
de la
resistencia de los perdidos sin causa,
el alma del
perdedor que no sabe rendirse
e insiste
en evocar cada derrota,
que
atravesé el desierto de tu indiferencia,
la cruz de
aquellos ojos que suben el Calvario
y no pueden
rezar con palabras que niegan
un pasado
de flores que marchitó tu mano,
las garras
de tu olvido para volver a amarme,
podré alzar
los brazos
ante esa
serpiente sonriente que me muerde
alentada
por el veneno de tu rencor,
por el
sabor lejano de la fruta que mordiste en secreto.
Terminó
todo, después vendrá la noche
a despejar las sombras de los claros,
a enamorarse de la tristeza de los días dichosos.
a despejar las sombras de los claros,
a enamorarse de la tristeza de los días dichosos.
Lo siento, Tara, han desaparecido tanto tu comentario como mi respuesta. Me gustó mucho lo que me decías y lamento haberlo perdido. Mi relación con Blogger no ha sido muy afortunada en ese aspecto, intentaré medir los pasos.
ResponderEliminarUn abrazo.
29 de agosto de 2017 - Tara
EliminarMe recuerda algo a los poetas ácratas con un toque de modernismo ¿será la flor? …y por poner otro “ismo”, poesía urbana ¿será el metro, los coches, el humo... de la “polis”?
¡Vaya mezcla Francisco!
Y luego hay melancolía, soledad, nostalgia, el mar, los espejos.
Hay un canto libertario casi neoyorkino, me parece reconocer la voz de Leonard Cohen, de Joan Baez y de tantos otros que cayeron y no callaron, voces roncas de canciones no fingidas.
Es lo que tiene los poemas abiertos que da lugar a la imaginación de quienes los leemos. Discúlpame Francisco si no he sabido interpretarlos desde tu experiencia personal, sino desde la mía en particular.
Tara
1 de septiembre de 2017. He logrado, Tara, recuperar esta respuesta que te di de mi correo.
ResponderEliminarEstoy seguro, Tara, de haber leído menos poemas que muchas personas que escriben en la Red, pero no sé cuántas veces habré leído los poemas que me gustan, y algunos que no, ni cuánto me han influido algunos poetas de los que tan solo conozco una pequeña parte de su obra. Por eso aparece tanto Nueva York en lo que escribo y esta ciudad abierta a todos los lamentos y a todas las alegrías es la Nueva Babilonia de Cohen, la Roma de Calígula para Reed o el cementerio de los profetas para Simon. Creo que ninguna otra ciudad refleja las contradicciones de los tiempos modernos; no hay ciudad más culta, ni ciudad con guetos más definidos, ciudad más libre y esclava al mismo tiempo en donde el hambre de justicia se pasea por todos los pasillos de una audiencia que no escucha nadie.
No tengo nada de que disculparte, Tara, sino que agradecerte el cuidado que pones cuando comentas. Las equivocaciones forman parte de este juego tan serio igual que los aciertos. Cometí el error imperdonable, llevado por mi admiración por Lorca, de intentar con todas mis fuerzas ser popular, ahora sé que no puedo serlo, solo hay que mirar a aquellos que tengo como referencia y las encrucijadas que atravieso en algunos de mis poemas. Es solo un poema de amor, entre la ciudad, el mar de las avenidas y el desconcierto en que vivimos, y esos jóvenes a quienes no hemos enseñado a amar la poesía, ni siquiera la música aunque la escuchen.
Un abrazo, Tara, es un privilegio hablar contigo.
Dices bien...los jóvenes a quienes no hemos enseñado a amar la poesía, ni siquiera la música aunque la escuchen...quizás es que los decibelios están demasiado altos y solo se publica palabras para sordos y ciegos.
ResponderEliminarEl privilegio es mío compañero.
Isabel.