La eternidad del amor
dura lo que un recuerdo, el recuerdo lo que una vida, una canción permanece
mientras haya alguien que quiera escucharla, unos labios que mantengan su
promesa, un templo que haya querido ser profanado con toda su alma…
Aquí estoy, de rama en
rama sin saber descender al suelo de tu enigma telúrico en el cielo, desierto y sin destino, edificando
un sentido rítmico con palabras. Soy yo quien enciende un cigarro en una
habitación cerrada para pergeñar en el humo el primer verso que desencadene en
un poema sin luz que termine en tus brazos, quien transita ansioso por los caminos
abiertos de tu memoria, quien no podrá sentir nunca más la tristeza de tus ojos
de levante altivo mientras te refugies en el dique de los besos para que no
sea borrado por el tiempo y el agua, quien sobrevuela la belleza mórbida de tu cuerpo
cuando amanece confuso y maquillado en la cabecera de tu cama, quien huye del
amor porque desea sentirlo siempre como si acabáramos de conocernos y nunca hubiera escuchado el latido de tu pecho, la libertad gritando en tus entrañas.
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ResponderEliminarComprendo, Juan Carlos, que habrá quien cuestione mi actitud hacia las canciones porque espere una crítica de ellas que le ayude a seguir su paso y se encuentre con una deriva emocional que, a veces, parezca que poco tiene que ver con lo que dicen esas canciones. El problema es que intento acercarme a autores muy conocidos que son proclives por la dimensión de su personalidad y sus contradicciones a provocar equívocos, creo que debemos intentar cuando aparezcan dotarlas de belleza, por el valor que ésta tiene en sí misma, quizás Leonard Cohen sea el ídolo que tiene menos fisuras, pero ahí estoy yo para divagar y buscar un enigma donde solo hay claridad, no tanta como pudiera parecer . El poeta no busca estar en lo cierto, aunque lo tenga en cuenta y lo busque, para ello hay personas que se ocupan en cuerpo y alma en encontrarles coherencia a los datos y las fechas.
EliminarLeonard Cohen me inspira, me ofrece su mano para que escriba e intente aproximarme a él según mi apreciación que será, casi con seguridad, equivocada. He sido consciente de errores importantes en mis crónicas sentimentales y rara vez los he corregido, aunque alguna vez provocaron una nueva entrada que incidía claramente sobre la nueva información, como expiando una culpa.
Lo tuyo con los conciertos es alucinante, sé que puedes hablar de ellos y acercarnos al melómano impresionante que llevas dentro.
Un abrazo.
Lo que haa escrito, es vivir y morir en ello. Un placer leerlo, es maravilloso tanto sentimiento y belleza de palabras. Es devoción a Leonar Cohen.
ResponderEliminarNo es la reseña de la que esté más satisfecho pero se queda cerca de ello, Soledad. En un disco tardío y memorable, de entre todas me quedé con esta canción, sé que en su interior pude desarrollar un tema que me rondaba desde el dolor de la adolescencia, sobre cartas que van menguando de tamaño o que llegan a desaparecer inundadas por el desapego o la distancia.
EliminarNo quedé satisfecho de mis aproximaciones a Cohen en verso, quiero pensar que no se enfadaría conmigo por estas interpretaciones de exegeta desorientado. Aquí la distancia no la marcaría el idioma sino la experiencia con respecto a las cartas de cada uno.
Merci beaucoup
ResponderEliminarBonne journée
Gracias a ti, Hélène. Me satisface mucho que te haya gustado esta entrada. Eres muy amable.
EliminarUn abrazo cordial.
Recuerdo los motivos de mi corta vista y amplias ansias que hicieron que desapareciera el primer comentario de esta entrada, mas bien diría que muy buen poema. Pero vuelvo a tu casa de nuevo,ya sabiendo donde separé el sueño del hombre con el que lleva consigo al poeta.
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