jueves, 23 de enero de 2014

En el Poblado Marinero


He aprendido a exhumar
versos de mis cenizas,
a morir sin ira, 

a vivir sin esperanza.


     

Y ahora, solo, triste, sin amor
voy del puerto hacia la niebla,
mi barca no es mi barca, 
tu frialdad es el emblema
de la espalda que me has vuelto.
  
Y cada día
tengo que inventarme un nombre
para llamarme a mí mismo,
para empujarme a hollar
esta ciudad que hiere mi arrogancia,
que me muestra tu imagen
en cada esquina que doblo,
que se apodera de mis tormentas.
  
Soy ese desconocido que, a veces, te habla
y siempre navega en lo sórdido de tu dolor.

4 comentarios:

  1. Hola. Llego a tu blog porque me ha gustado algún comentario que haces a un amigo.En él he sentido algo de una personalidad sensible y ahora, al leer tus versos, no tengo duda.
    Yo también escribo poemas y me gusta contactar con gente que también los escribe.
    Hay en tus versos la melancolía de lo perdido, gusanillo que abre galerías en el alma y no cesa de pronunciar un nombre.
    Saludos.

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  2. Hay poemas, Fanny, cuyo reconocimiento por parte de alguien nos produce más satisfacción si cabe. Éste es uno de ellos y creo que por dos razones, la primera por la simplicidad acusada de su lenguaje, seguramente debido a su propia génesis y segunda porque, sin que sepa en realidad la razón, me ha ido gustando más con el paso del tiempo.

    Un abrazo, Fanny, no sabes lo que alegra este tipo de cosas que me ofreces.

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  3. No me lo puedo creer, te dejé un comentario y no está, yo juraría que le di a publicar. Ya no me acuerdo lo que te decía exactamente, pero una de ellas era que me alegraba mucho de volver a leerte después de un tiempo que no editaste nada.
    Precioso este poema con esos sentimientos de recuerdos por una ausencia, a la que le das ese aire tan bonito de tu buen hacer.
    Eres un poeta tan genial, que la sensibilidad que pones en tus versos, contagian.
    Abrazos Enrique.

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    1. A mí también me ha ocurrido eso alguna vez y frustra un poco, Elda, y, bueno, es como el agua de un río que pasa por un punto y no vuelve. Es cierto que he estado un poco apartado de todo esto, no me hubiera gustado, pero no me sentía con ganas y supongo cuales eran las razones, por eso aprovecho poemas que llevan algún tiempo escrito y me pregunto donde estoy, entretanto sigo dándole mucha importancia a estos comentarios, me mantienen vivo y reactivan a la persona que solía estar interesada por todo y que dio prioridad a la naturaleza humana. Sé, Elda, que ahí ha residido el que más veces de las aconsejables no haya estado afortunado y que algunas de ellas haya sido contigo, pero para mí escribir, y eso, siempre que estuvieras interesada te lo explicaría con más detenimiento, ha sido una actividad de riesgo y no, desde luego, desde un punto de vista formal. En cuanto a este poema, no me hubiera creído que iba a sentirme tan contento de haberlo escrito, compensa a aquellos cuyo desarrollo con el paso del tiempo es el contrario, en realidad es algo que me ha dado todo el apartado donde lo inscribí, no sé si tengo razones objetivas para ello, pero mientras tanto satisface.

      Un abrazo, Elda, sigo con ganas de volver a Madrid y frecuentar, con el mismo entusiasmo, los auditorios donde se celebran los conciertos y las plazas donde cantan los músicos callejeros. Nos veremos.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.