sábado, 19 de noviembre de 2011

La Balada de Robert Bruce Banner


La Balada de Robert Bruce Banner

Desgajado de amor,
ebrio de olvido,
¿Hacia dónde camino
ora que he madrugado,
por escuchar al pájaro
enjaulado de muerte,
para desvanecerme
de mí que no me encuentro,
y quedarme sin ti,
que mentías sonriendo?


1

Bruce Banner siempre lo estropea todo,
intenta solucionarlo pero no puede.
sentado en el monte, ensimismado,
con una lágrima que brota
en sus ojos asustados.

No tiene inteligencia
y quisiera morir,
como un monstruo de feria
atormentado.

Una vez más, ha perdido el control;
hiere a quienes ama
sin saber lo que ha dicho,
sin medir lo que ha hecho,
y quisiera morir,
no escuchar sus pensamientos.

Cuando necesité que fueras
grande y poderoso
y me apartaras de esta gente y sus risas,
un frío intenso barrió
el simulacro portuario
donde los borrachos nostálgicos lloraban
el alcohol en la sangre derramado.

2

Pregunté a Bruce Banner
y al monstruo de Frankenstein
por qué tenía que odiarme a mí mismo,
por qué tiraba en una sola noche
lo que mi corazón había guardado con esmero.

Pregunté a Bruce Banner
y al monstruo de Frankenstein
por qué veía sus caras en el fondo de mi espejo
cuando me miraba
después de cada fiesta.

Yo que apenas puedo hablar de mi ansiedad,
sé que está aquí,
que no sabe esconderse cuando me reclama
 con lazos verdes y oscuros
en el aire flotando,
abriendo las heridas
como una madrugada que no puede llegar,
donde sangra el recuerdo de la errática noche.
Yo sé que está aquí para quedarse.

Tras la fiesta no hay rabia
sino melancolía
y el más profundo
desconocimiento de mi ser.

Ambos siguen en silencio en el fondo
del espejo que rompí para no verme,
en los trozos adheridos a mi lejana
adolescencia
cuando leía con frenesí aquellos comics,
historias de monstruos que no sabían reír,
sueños de poeta que retaban a la muerte,
fiestas sin freno orilla un lago helado
donde el monstruo inventaba al hombre
y el hombre era miembros desgajados.

 
5

Enganchado a una sonrisa de amor
que encontré en el olvido y ahora no recuerdo.
Apartando el pensamiento de mi esterilidad,
consolándome en lo que ha entrado en duda
y antes era cierto,
estrechando el cerco sobre lo que creía que era mi vida entera
y ahora se derrumba sin saber adonde va
o como se presenta en el bar de los intentos.

Tengo por cierto que algo ha cambiado, que los profetas
nos hablaban de esta amarga recaída buscada con empeño,
y reímos, reímos.

Ha llegado el instante de empezar a llorar,
a llorar por los hombres, el mundo y los momentos.
16/03/2011

6


Canción deslavazada de amor y guerra de Robert Bruce Banner.

Perdido, sin saber que te duele y se asoma,
en esta alma errante que te acunó en sus manos.
En estos días que pierden su nombre y su racimo,
en esta enredadera oscura que crepita
en tu noche de amor que no encuentra consuelo.

Y siguen los anuncios, las poses, los estilos
en la ciudad que fue y extiende su cabello
para esconder la rabia de los niños oscuros.

!Ay, Robert Bruce Banner,
los muertos siguen quietos
hurgando en el camino;
listas en los periódicos que nunca se publican
para que sean leídas por almas que se mueven
lentas como la tarde,
miran, no reflexionan.
Los ángeles rebeldes buscan otro destino
para cuando regresen la verdad y el acanto,
no hay arrepentimiento, dolor simple en grisalla.

Ya no sabes leer, escribir o pensar
¿En qué bando luchaste, tú que amabas la risa,
qué rey quiso alistarte
siendo republicano?

Ya no buscas la playa batida por las olas,
ni el monte de la infancia vencido y amputado
no queda una palabra que te hable de amor,
sólo viejas canciones rotas que te persiguen.
Una sonrisa loca en los brazos de otro
te dice que tu barrio se adentró en la tormenta
y este viento de marzo arrancó tus malvones
para escribir la lluvia que chorrea en tus sienes.

¡Oh, tú que fuiste bravo y ungiste al vencido,
no puedes ir al frente sin saber por quién luchas,
quién disfruta en las guerras,
quién es el enemigo¡

7

Cuando lleguen los días de una nueva derrota
y lleguen los harapos
a las piernas que vagan, edificios derruidos,
cuando lleguen los ojos
que doblen las esquinas y el ruido silencioso
que daña los oídos.

Cuando llegue la noche que no sea una tregua
y se instale en el árbol sin hojas del camino.
cuando no quede estrella para pedir deseos
y el verso se deshaga en el cielo de tu boca.

Cuando lleguen los días de una nueva derrota
y vuelvas a llevar aquel vestido nuevo
te esperaré en la esquina de la última cita,
brillantina en el pelo y flores en la mano.

(Publicado el 14 de Noviembre de 2011)

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.