Te recordaría Laura en el adiós de la tarde
cuando eras pequeña y querías amar,
te recordaría
en la calle vacía de las murallas reales,
en los números tan solos de las Puertas del campo
y siempre al recordarte sería tu soledad
la de una prima dona en un cartel de un muro
que no advirtiera nadie
y cambia de ciudad.
Ya no se mueve el aire de tu propio candor
y la muerte visita otros amarraderos
que llegan a tus venas con rumor de hospitales.
( 31 de octubre de 1977)
Testimonio del amor, tan romántico como trágico en su permanencia, que se resuelve en una estrofa de cierre espléndida.
ResponderEliminarGracias, Julio, por esas palabras tuyas siempre llenas de amabilidad.
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