lunes, 2 de diciembre de 2024

Doblan por Gary Cooper

 



"Espléndido drama adaptado de la novela de Hemingway. (...) Excelentes interpretaciones, con un Cooper y una Bergman inconmensurables, recordada banda sonora y cuidada fotografía. Llena de calidad"
Fernando Morales: Diario El País.

Robert Jordan



pienso en Robert Jordan que espera cerrar los ojos
y se enamora
del último aliento que mueve su esperanza
para darles el tiempo de huir a los que ama
y a quienes portan su bandera aunque la desprecien,


Es probable que Hemingway hubiera querido ser Robert Jordan y que, en su obra maestra, utilizara todo lo que había visto o había creído ver y apenas echara mano a la imaginación. El escritor norteamericano no fue un ejemplo a seguir en su vida cotidiana y nos mostró los excesos y contradicciones que suelen acompañar a cualquier persona cuya característica más acusada es el ansia de vivir.


Robert Jordan no representaba el perfil idealista de un brigadista al uso; no defendía el Puente de los franceses en Madrid mientras cantaba con entusiasmo sino que dinamitaba puentes en la sierra de Gredos con la precisión de alguien que conoce su oficio y quiere llegar al fin último para el que ha sido reclutado. Su tragedia era que veía claramente la inutilidad de la que acabaría siendo su última misión y ni un solo momento pensó que debía esquivar lo que era su obligación a pesar de que la duda se removía en sus entrañas.

No toda contradicción es la misma, no todo esfuerzo inútil deja en el viento la semilla de un fracaso valioso.

Sam Wood fue un gran director, dirigió, ni más ni menos, que "una noche en la ópera". Pero tiene el estigma de haber sido un artesano bueno, poco menos que un títere en las manos de las productoras. Nuestro Gary Cooper está, como solía ser la norma en él inmenso, con todo su sabor a rubio americano. Ingrid Bergman (vamos a admitir que no parece española) angelical sin la frialdad de Grace Kelly. Los bizarros secundarios están maravillosos dentro del caos y no saber con certeza si, con ayuda de los rusos, querían salvar la República o llevarla al abismo.

La mejor adaptación de una obra de Hemingway al cine.
spoiler:
Creo que fue John Ford quien dijo que no había ninguna fórmula para alcanzar el éxito con una película pero había una en la que siempre se fracasaba; intentar satisfacer a todo el mundo.

No soy partidario de fragmentar una obra, pienso en la amargura de Mankiewicz con la hora y media de Cleopatra arrojada al cubo de la basura cuando empezaba a recuperarse del desasosiego que le habían provocado Liz Taylor (con grave enfermedad por medio que precisó de una traqueotomía) y Richard Burton con el inicio de su tempestuosa relación regada de alcohol y reconciliaciones, el divorcio de Welles con Hollywood después de rodar solo tres películas, por que reivindicaba la intervención del artista en todo el proceso de la obra hasta que llegara al público, la agonía interminable de Peckinpah que, posiblemente, no pudo rodar ni montar una sola película tal como lo hubiera deseado y acabó teniendo todas las noches la pesadilla de que se acercaba la productora con el reloj y las tijeras abiertas en la mano.
Como si lo que escribo tuviera alguna importancia, la tiene para tres o cuatro amigos, el motivo por el que he roto lo que es mi visión sobre este asunto tiene que ver más con el azar que con razones de índole creativa; sin saber el momento ni el por qué me he convertido en un escritor de pies de página, mantengo a través de ellos un precario equilibrio entre lo que soy y lo que hubiera querido ser, suelo hablar mucho de un medio que me neutraliza, que tiene el mismo efecto que la voz en off, intenta objetivar lo que no tiene remedio en la proclividad hacia la aserción del pequeño burgués que surgió de la pesadilla de la Tercera Revolución Industrial.

Un compañero de un Foro al que le había gustado el poema "Lluvia de primavera" me indicó amablemente que no entendía la extensión excesiva de la última estrofa, decidí, vamos a convenir que quizás equivocadamente, dejarla como estaba después de releerla varias veces y no encontrar el sitio adecuado para dar el corte.

Posiblemente porque no tengo vocación de poeta, no suelo irritarme mucho cuando se me corrige o se me hace alguna observación, no veo que se resienta una seguridad, que por otro lado no tengo, cuando se me indica que la cosa puede mejorar con unos retoques leves; he modificado algunos versos cuando las indicaciones de los compañeros me parecían pertinentes y las he agradecido con sinceridad, aunque es posible que no me creyeran, y si no pude dormir alguna de esas noches habría sido por problemas de conciencia o mi niñez de católico que cree todo lo que le dicen. Pero otras veces, como ésta me he mantenido en mis errores, considero que mis problemas no radican en una sílaba de más o menos, o en la precisa colocación de los acentos, o en la búsqueda de una palabra adecuada. Admito que Kubrik cuide hasta el último detalle con una obsesión enfermiza pero siento una debilidad irracional por la pasión ahónica de Fassbinder o el vitalismo irrefrenable Huston.

Creo que "Por quién doblan las campanas" es una película sensiblemente mejor de lo que nos suelen decir, sé que decepcionó a la crítica cuando al fin se pudo estrenar en España tras la muerte de Franco y que se ensañaron especialmente con el director, Sam Wood, que era un excelente artesano y con la pareja protagonista; Ingrid Bergman por no parecer una muchacha española que encuentra refugio en un bizarro grupo de luchadores republicanos en la sierra de Gredos, en este caso se pueden entender los reparos, pero en ninguno las hechuras de americano de Gary Cooper, Robert Jordan era como el sabor de una conocida marca de cigarrillos. Además pocas veces se ha dispuesto de un elenco de secundarios tan dispares y exóticos que supieran acometer con tanta eficacia y pasión sus minutos de gloria.
FEnrique
A Laura.






Ya no quiero pensar
que te amé más
que a ninguna otra;
no puedo seguir la huella
de un gorrión caído,
en tus manos,
en el olvido...

Con mi rostro de meteco,
de judío errante que no sueña...

Brel en la Escuela
FEnrique 
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.