lunes, 26 de noviembre de 2018

Pasolini; un cristiano sin Cristo.


        



En Ostia o en Trieste
cuando florezcan los tilos,
o en cualquier descampado
donde jueguen la noche y el deseo
me llamará la muerte, como lo suponía,
con el cuerpo marcado
por los golpes que suben al Calvario.
(La Pasión según Pasolini - 17 de marzo de 2013)


         Me gusta hablar de Pasolini, Rosana, indagar en sus contradicciones aun sabiendo que nunca llegaré hasta el fondo de ninguna de ellas porque ni él mismo supo darnos las pistas sobre dónde residían y cuál era su procedencia. Siempre admiré su alma de profeta que denunciara con valentía y misericordia las miserias de una modernidad deshumanizada y lo hiciera en cualquiera de sus facetas artísticas con un compromiso irrenunciable. Ahí era coherente e iluminaba con su verso redentor las enseñanzas de Cristo a pesar de su ateísmo confeso. En su contra tendría la misoginia rancia e irracional que exhibió, sobre todo, en sus últimos años, y la debilidad manifiesta que sentía por los más jóvenes para saciar su apetito sexual, tuvo problemas, no del todo aclarados, con la justicia por ello. En esto último no quisiera dejar un poso de dudas que, con razón, pudiera interpretarse como malintencionado; conociendo las escasas simpatías que provocaba debemos pensar que habría sido condenado, para regocijo de sus influyentes enemigos, de haberse encontrado el mínimo indicio de culpabilidad.

***

         No me parezco en nada a Pasolini, Roxanne, él escribía poemas políticos y sociales y los llenaba de amor, yo solo escribo poemas de amor y, casi siempre, cuando no queda amor. Para mí es importante arrastrar esa contradicción; escribo poemas de amor y pies de página; he llegado hasta ahí por circunstancias específicas. No creo que la poesía me haya dado la espalda y, sin embargo, me siento como si fuera así.

         Ni los ateos más recalcitrantes pueden negar la importancia de Cristo en nuestra civilización. Nos encontramos con la aparición de la sociedad laica y la contradicción que nos encontramos es que los creyentes más fervientes de Cristo, ahí debemos situar a Pasolini, no creen en su divinidad, y quienes creen en ella la reducen a la parafernalia; lo importante es comprarle la túnica más lujosa al Nazareno para que procesione cada primavera u organizar una recogida de alimentos para los más necesitados sin querer enseñarles el camino para que dejen de ser pobres fortaleciendo el espíritu.

***

y que si puedo dejar algo hermoso en alguien
aunque no me haya conocido, y quizás por ello,
pensaré que la semilla que se embarra no muere.
(Mi análisis tardío – Mayo de 2013)

 
         Creo que Pasolini recogió el testigo de Antonio Machado en eso de hacer inmenso un tema ineludible como el paso del tiempo, es más difícil sostener sus reivindicaciones en el poeta boloñés, dado su radicalismo, que en un reformista sincero y lejano de todo aquello que pudiera provocar choques violentos. En Pasolini encontramos sus más llamativas contradicciones en su radicalismo, hasta cierto punto justificado, ya que los poderosos cuando negocian lo hacen con un ventajismo desproporcionado y grotesco, pero articulaba bien sus quejas; estaba cargado de razón, pero de tal forma dominaba la dialéctica que hubiera hecho parecer que la llevaba aunque no la tuviera.

         Pasolini sabía que la pobreza no fortifica la virtud pero hay que estar al lado de los pobres por un impulso cristiano, por un ejercicio consciente y anónimo de la misericordia, un impulso sincero a otorgar el perdón, sobre todo a aquellos que pecan porque no saben qué lo hacen.

 Aún no he aprendido a sentir lo que no siento,
a decir lo que se espera;

el bienestar ha envenenado
 el alma de los que luchaban
por sobrevivir en otros tiempos que me nublan los ojos.


         Pasolini sabía, con un realismo que crispaba a sus enemigos por su crudeza sin concesiones, que los italianos de los 60 vivían mejor que los de la post-guerra pero habían retrocedido en todo lo relacionado con la moral, estaba convencido de que era la escuela la mayor enemiga de la pobreza; pero esta nueva era alimentaba con ostentación, y una sonrisita irónica mal disimulada, la agonía del Humanismo y de que el bienestar, muy mal distribuido, era terreno propicio para cimentar las ruinas de los tiempos venideros. porque no quería mirarse al pasado para recoger la enseñanza de todo aquello que nos había envenenado provocando la más terrible de las guerras y por la pérdida de valores de los viejos tiempos, destacando entre ellos la piedad, la solidaridad y la fortaleza de los vínculos familiares, cuando salir adelante era una empresa colectiva.

***

            Pasolini en sus dos facetas más destacadas; la poesía y el cine, pasaba con suma facilidad de la genialidad al atropello, yo añadiría sus entrevistas, un arte apenas reconocido e improvisado, en el que siempre buscaba la calidad estética y el compromiso, para mí incomprensible, del escándalo ¿hay algo más escandaloso que decir la verdad a pequeño burgueses que sueñan con la burguesía e imitan su decadencia? Su final, sinceramente presentido, podría haber formado parte de uno de sus guiones, sería el mártir al que creía con el candor mortificado de un niño católico obnubilado por los brazos de su madre . Probablemente nunca tuvo tiempo para escribir poesía, para corregirla o buscar la palabra exacta, el concepto adecuado, aun así dejó poemas que debiera conocer todo aquel que se asoma al mundo de los versos.
   
         Cuando empecé a conocer su obra dije, y el tiempo me ha ayudado a reafirmarlo, que Pasolini partía de un lugar en el camino adonde no llegarían nunca incluso poetas de renombre.

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