La soledad se alberga en un valle profundo,
en la ceniza hundida de una lejana gloria
que la ventana vierte en los geranios
que pierden sus raíces como si fueran viento
que no puede cantar
o el agua que penetra en la noche más larga
en las redes vacías y desiertas
que no puede cantar
o el agua que penetra en la noche más larga
en las redes vacías y desiertas
de los ritos modernos y sus dioses temibles
que no tienen entrañas
con los besos que mueren y no cruzan los puentes
y tiran los espejos por la borda,
aprisionan las voces que buscan la justicia,
recogen el trigo impuro que llena sus graneros,
destrozan el pasado
y queman los rastrojos de la palabra inquieta.
Encerrada en la llave de un hiriente suspiro,
juegas con mi memoria, buscas otro sendero,
despiertas en las sombras,
en el bosque que muere con el gesto torcido.
Yace abierta una llaga que brilla en el futuro
que nunca llegará
cuando ya no se vea tu nombre en los senderos
que arrastren la amargura de un sueño interrumpido
que no quiso enterrar el vuelo de sus alas.
destrozan el pasado
y queman los rastrojos de la palabra inquieta.
Encerrada en la llave de un hiriente suspiro,
juegas con mi memoria, buscas otro sendero,
despiertas en las sombras,
en el bosque que muere con el gesto torcido.
Yace abierta una llaga que brilla en el futuro
que nunca llegará
cuando ya no se vea tu nombre en los senderos
que arrastren la amargura de un sueño interrumpido
que no quiso enterrar el vuelo de sus alas.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.