Son los versos vencidos de quien sufrió y siguió amando, de
quien supo extraer el lirismo del recuerdo incluso de aquel que le llegaba de
los acontecimientos que le contaban sus familiares más próximos. Nunca
compararía a Maccanti con Pavese, respondiendo indirectamente a aquel que lo situaba en su estela, y si me pusieran en un aprieto creo que me
decantaría por el italiano; son muchos los años visitando sus versos, muchas
las veces que me mostró una forma eficaz de entender la poesía en nuestros
tiempos; crear algo distinto e intemporal sin abrazarse, necesariamente, a lo que estaba de moda en su tiempo o a las vanguardias. Pero
ello no resta un ápice de gloria al verso de Maccanti ni se pliega a la
dimensión de la injusticia de que siga confinado en el rumor del viento de sus
islas. Insistió con sencillez y orgullo a la llamada de unos temas con aire de
modernidad ante su propuesta por lo que creía eterno. No he encontrado aún
poemas de amor propiamente dicho, en su vertiente romántica, es un espejo en el que todos debemos intentar
reflejarnos, pero impresiona por la emoción con la que se dirige a sus
antepasados y a su niño perdido.
Mujer de invierno
Hoy que la soledad
es la última forma del amor,
esta triste ciudad ha hecho que pierda
lo que había perdido, ya, de ti.
¿A qué has venido?
¿Quién eres, si eres sólo
la imagen en el fondo del pozo de mí mismo?
He quemado tu cuerpo en mi interior,
todo ha llegado demasiado tarde.
Naufragios
La calle, estrecha y húmeda
la ocupan estos trastos:
un sofá roto y una vieja lámpara,
la nevera oxidada y dos colchones
que alguien ha apoyado en la pared.
Es todo cuanto queda de un desahucio.
Son restos del futuro.
A menudo se ven por estas calles,
y sin embargo hoy piensa que, quizá,
son restos de sí mismo lo que ha visto.
Entonces vuelve la cabeza: un gato,
encaramado en el sofá, le mira
como ella antaño con sus ojos verdes.
Poema para un friso
Era un dibujo en un papel tan fino
que se lo llevó el viento.
Desde la alta ventana hasta muy lejos,
calles, el mar, el tiempo
que nunca volveré a recuperar.
Lo he buscado en las playas, en invierno,
cuando más pena dan los dibujos perdidos.
Por todos los caminos de los vientos.
Era el dibujo a lápiz de una chica.
Dios, cómo lo he buscado.
Muchas gracias Francisco por presentar a Arturo Maccanti de una manera tan special. Él es un poeta que desconocía y que desde luego hace respirar arte a través de sus versos. Claro ejemplo es esa Mujer de invierno y la soledad como esa extraña forma del amor perdido.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz comienzo de semana.
Le tengo un respeto enorme a Arturo Maccanti, supe de él por un artículo en la sección de obituarios que hablaba de su muerte, me llamó la atención por su apellido y porque decía Juan Cruz, el autor del artículo, que su poesía estaba en la estela de un poeta tan querido para mí como Pavese. Hice una pequeña inmersión, la Red no estaba llena de poemas suyos precisamente, quedé gratamente impresionado con lo poco que encontré, a pesar de ello casi lo olvidé y hace poco volví con la intención de remover un poco su soledad e intentar darlo a conocer a los buenos degustadores de poesía. Ahora está mejor representado, quizás sea el momento de situarlo en el lugar que se merece. Su "Coronación y exilio" es uno de los mejores poemas que se hayan escrito en España en los últimos años.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Un abrazo.