domingo, 11 de marzo de 2018

Jeff Buckley - Just like a woman


     

     Los críticos suelen coincidir, al referirse a Jeff Buckley, en que fue culpa suya el que no lograra tener un éxito multitudinario dado que el potencial enorme que atesoraba en todas las facetas que forman parte de una canción no podía desembocar sino en una gran repercusión a nivel popular. Se afirma que, de una manera consciente y asumida, no quería caer en el mismo error que su padre que lo sacrificó todo, incluida su familia, para obtener la fama y halló una muerte temprana en el desenfreno. 

       Su aspiración era hacer una gran música y alcanzar la poesía que describiera un tiempo terrible de una crisis económica y de valores que había repercutido negativamente en los derechos de los trabajadores, no el reconocimiento. Jeff era incómodo para una discográfica que no encontraba cómo promocionar a un cantante orgulloso que quería controlarlo todo en cada canción secundado por su virtuosismo y el conocimiento de los pasos que llevan a cada creación a ser algo único y trascendente, a un excelente músico que prefería tocar en pequeños locales antes que en grandes auditorios y que no se ofrecía a dejarse manejar por asesores que solo buscaban fines publicitarios y objetivos comerciales, ya que pensaba que estos repercutirían negativamente en la calidad excelsa que buscaba y que quería ofrecer. Se sentía más que satisfecho con los halagos desmedidos que había provocado en monstruos sagrados como Bob Dylan y Van Morrison, poco dados a lanzar flores a cantantes menos favorecidos que ello por los hados caprichosos de la aceptación popular,  o en compañeros casi desconocidos que habían compartido escenario y miserias con él, sin poder precisarse cuál de las dos vertientes de admiradores valoraba más. Un cantante genial, un tipo raro, triunfó como él quería, con lo que verdaderamente tenía, aunque la opinión general prefiera hablar de fracaso, solo así puede considerarse que un cantante con una proyección gigantesca siga siendo un desconocido para la mayoría de la gente que leerá sus versos escritos en las paredes sin saber quien los escribió.

        El Dylan que canta “Como una mujer” cuenta con todos mis respetos, su voz tan personal, que tan bien definiría David Bowie en una carta abierta, desaconseja hollar ese terreno en el que solo sabe moverse el cantante de Duluth, pero esto no intimidó a Jeff Buckley que se atrevió a versionar varias de sus canciones con la tranquila bendición que otorga el anonimato. Es probable que, en este caso, no lo superara, cómo lo hizo claramente en otros, porque es una canción que Robert Zimmerman escribió expresamente para él haciendo virtud incluso de sus limitaciones vocales; nadie ha llorado como Dylan, quizás exceptuando a Lennon, cuando cantaba.                                                       

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.