El poeta y el loco tienen misma natura;
uno habla por charlar, el otro a la aventura.
(Jean Passerat)
¿Soy o
no soy poeta? - Pregunté a Yorick con su cráneo entre las manos que ya no eran
mías y recogí el silencio que me inculpa y me atormenta con su inaudible
chasquido de verso mal escrito. El poeta y el loco participan, sin freno en la caída, del mismo delirio de
grandeza; uno muere cuando enloquece de celos al descubrir que hay quien
escribe bien, aparte de él, el otro de cordura cuando comprende en su dolor que
no volverá el Quijote a luchar contra el cíclope del mundo y Dulcinea tiene la
vulgaridad forjada por el hambre de una mujer de fortuna que frecuenta las
tabernas.
El poeta
baila por su propia vanidad y endiosamiento convencido de que su lenguaje
metafórico no será entendido y, por lo tanto, juzgado. El loco por divertir a
quien quisiere. Pero ambos van marcados por una suerte desigual, el poeta se
ahoga cuando recibe halagos y cree disfrutar de la compañía de Rimbaud y
hablarle como si fuera un colega de la trasgresión venidera que nunca acaba de
asomar. El loco vence al mundo cuando le hace reírse de la fortuna de los
ciegos que ven las caras de quienes nos hablan e intentan corrompernos, y el
mudo, Mariano lo atestigua, dice lo que no siente por no dar pistas de su
desgracia, ni destapar contabilidades.
No me
preguntéis con cuál de los dos me quedaría. Puestos a elegir, el amor es una
bendita locura de la que no quiero despertar ni siquiera por escribir el más
bello poema, me quedaría con la ternura
del loco y, acaso, con la temeridad presuntuosa del poeta. Prefiero un instante
de vida que un torrente de poesía. El rey Hidetora no entendía al bufón en sus
momentos de cordura, cuando éste fingía mentir tristemente sonriendo y sufrió
la traición de dos de sus tres poetas, aquellos que recitaban los versos
laudatorios llenos de pasión, empapados de halagos desmedidos y planes enmarañados.
Al final se nos van los años y las ilusiones pero queda el poder redentor de una sonrisa sincera aunque sea forzada, el valor de afrontar la vida como lo más hermoso cuando se abraza con autenticidad a pesar de las dificultades.
Al final se nos van los años y las ilusiones pero queda el poder redentor de una sonrisa sincera aunque sea forzada, el valor de afrontar la vida como lo más hermoso cuando se abraza con autenticidad a pesar de las dificultades.
Hola, Enrique.He leído algunos de tus últimos poemas y querría escribir un comentario pero, tras la fascinación que me producen, me quedo sin palabras que pudieran estar a la altura.
ResponderEliminarAl llegar a esta entrada, me decido a conversar contigo. No puedo separar el amor de la ternura, aunque creo más fugaz el amor. Y tampoco la locura es ajena al poeta y al amor. ¿Pues no es locura componer poemas en los paisajes desolados del mundo?
Creo que el poeta es tierno, es loco, es un enamorado.
No sé en qué medida posees estas cualidades, pero, sin duda, eres un poeta.
Un abrazo
Me hace mucho bien, Fanny, que aparezcas, me has enseñado muchas cosas de un tiempo que me es querido y en el que empieza la fase de modernidad en la que estamos. Por eso pienso en ti cuando se habla de ciertos acontecimientos que tan bien acompañas con una tierna carga sentimental que permite una comprensión profunda.
ResponderEliminarDurante unos años he estado empeñado en decir que no soy poeta y así lo he dejado escrito en varios artículos, ahora, tras largas y duras reflexiones, no puedo negarlo; soy poeta aunque no esté bien visto en estos días. Ya lo dijo Hemingway; "Un hombre puede ser derrotado pero no vencido".
Muchas gracias, Fanny, me alegro sinceramente de hablar contigo, eres alguien muy especial para mí.