A Orson Welles(epígrafe: César Vallejo – “Piedra negra sobre una piedra blanca”)Las flores y los prados tienen el mismo sino,la misma larga nocheque apagará mi frente.Mientras busco coronas, laureles, epitafios,pasan las caravanas cargadas del perfumeque vierten los linderos,y no puedo tenerlo, sentirlo, propagarlo,porque estoy en el valle, tan hondo que no escalo.Ya nadie me provoca, nadie quiere escucharme,nadie intenta saberqué había en mi mirada oscura, amarga, triste,conteniendo la fuerza, qué comentario irónicodespertaba las risas en la mesa de un barmustio de madrugada, cuando ardía el bufónde todas las comedias,hace ya mucho tiempo, cuando aún te esperaba,cuando quise aprenderel arte de la vida,y la vida reía siempre de mis intentos.Las chanzas se apagaron,y, como viejos trajes, se llevaron la noche.Lo que fuera brillantese convirtió en derrota:armarios retraídos que no tienen deseo,que guardan portadas de revistas sin fecha.Lo que fuera arrancarbesos en el olvidoes hoy un trotar sin graciainvocando la suerte.Pasan enfermedades, citas que nos aguardancon la fragilidad sincera de los cuerpos,y pasan comentarios vacíos que no llegan,mientras toda la muerte reina en los hospitales,y el verso se nos hunde sin libertad ni orquesta.Y tú y yo, separados por música y gemidos,habitando un mundo que no nos pertenece,desvelamos los surcos del tiempo en nuestras almas.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.