sábado, 24 de agosto de 2024

Leopoldo María Panero - Un poeta en la búsqueda de la luz


1
Requiem

Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.

"El último hombre" 1984



Primer amor

...ora
sei rimasta sola...

Riki Gianco_mikidel Prete

Esta sonrisa que me llega como el poniente
que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía
sólo calor o frío
esta música quemada o mariposa débil como el aire que
quisiera tan sólo un alfiler para evitar su caída
ahora
cuando el reloj avanza sin horizonte o luna sin viento sin
bandera
esta tristeza o frío
no llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus
labios
este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros
besos
dejadme contemplar el mundo en una lágrima
Ven despacio hacia mí luna de dientes caídos
Dejadme entrar en la cueva submarina
atrás quedan las formas que se suceden sin dejar huella
todo lo que pasa y se deshace dejando tan sólo un humo
blanco
atrás quedan los sueños que hoy son sólo hielo o piedra
agua dulce como un beso desde el otro lado del horizonte

Pájaros pálidos en jaulas de oro.

3

A mi madre

(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

    Leopoldo María Panero es siempre interesante, unas pocas veces es bueno y otras pocas brillante, muy brillante. ¿Qué hubiera sido sin la esclavitud de las drogas, sin las cadenas de la esquizofrenia?

4

Mañana con el recogedor
arrastrarán los trozos de mi alma
y los venderán al mejor postor
y los niños, corriendo alrededor
gritarán "Scardanelli Scardanelli"
Hördelin ha nuerto ya.

    Supongo, Era, que Leopoldo María no habría sido publicado sin su apellido y sin la película "El desencanto" como guías y sería terriblemente injusto, la publicación de un libro se justifica por un poema magistral y entre la maraña de sus desviaciones mentales y emocionales Leopoldo María siempre se dejaba caer con más de uno. En Suecia tienen un poeta, se nos murió el más grande del Séptimo sello, y lo agasajan con un Nobel inmerecido, para mi entender, en España el vagón de los buenos poetas está cerrado por falta de espacio y los que están dentro discuten por la primera parte contratante que nunca acaba.

5
 
Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero
hijo de padre borracho
y hermano de un suicida
perseguido por los pájaros y los recuerdos
que me acechan cada mañana
escondidos en matorrales
gritando por que termine la memoria
y el recuerdo se vuelva azul, y gima
rezándole a la nada porque muera.

    No puedo dejar de pensar, leyendo los poemas de Leopoldo María, que yo podría ser ese preso recluido en las rejas de una enfermedad mental y social, que es probable que yo también hubiera firmado un poema con el nombre de Scardanelli antes de que él lo hiciera y que también haya que buscar mucho para hallar un buen poema en la maraña de lo que he escrito.
6
 
Réquiem por un poeta 
 
Qué es mi alma, preguntas
a una imagen atado.
Es un dios en la sombra
rezándole a la sombra.
Es quizá un esclavo
lamiendo con su lengua las sobras de la vida.
La soga que en el cuello
llevábamos atada fácil es desatarla,
por cuanto es ilusión sólo, lo mismo que la vida, 
que el dolor y la muerte y el sueño del dinero.
La vejez dicen sólo responde a tu pregunta.
Una piel arrugada y un hombre al que avergüenza
mirarse al sediento espejo.
Un día moriré. Un día estaré solo,
un alce cabalgando en la calle, y el aire
será para mis ojos la señal de la huida.
Ya no serán manos mis manos,
ni un solo buen recuerdo
a la vida me ligará ya entonces.
Veré pasar un niño por la acera de espanto
y le preguntaré mi nombre si mañana renazco.

7

A Francisco

Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

(Last night together - 1980)


El día tiene algo de liturgia pagana y de una fiesta desenfrenada cada vez que me tropiezo con el desparpajo fresco, tierno e irreverente de Katy Parra o me encuentro en la soledad con un verso de Leopoldo María Panero.

Muchacha viajera

Sé que volverás siempre en abril, 
después de tu proceloso vuelo irreverente,
después de tu caída,
que buscaré los versos que pudieran tenerte
en los labios que te añoran
y te sienten
en la brisa del mar de las incomunicaciones,
en la enredadera de la muerte
con un intento vano de reconstruir tu primer poema
con el candor hiriente
de la mirada de mi madre
cuando moría lentamente,
con el lirismo profundo de Paul Simon 
de 1964
que vuelve a mi memoria siempre.

(Francisco Enrique León)

A Enrique Sanmol

Nos queda la música de Cohen 
cuando se arrastra
 y el tren que perdimos sin saberlo.

 Quizás sea un sentimental y, por ello, 
me emocione lo que al hombre de la calle
quizás le produzca risas, 
pero ahí estás tú que insistes
 en la inmortalidad efímera de tus mitos. 
Ya sabes, en una mano una pistola
 y en la otra una rosa,
el estupor tierno de Janis
después de una mamada.
 
Vuelvo a ese adiós que fue y nunca nos dijeron.
ve como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.