sábado, 2 de septiembre de 2023

En el bosque de Brent


 

Sigo siendo ese río fundido con la piedra
cuando el amor me hiere y no puedo arrancarte.
(No hablaré de poesía)

 

Cuando llega la sombra a tu rostro de cera
tus manos se retraen torpes en el cuaderno
donde dejaste herida
la mirada borrosa de una lágrima
que desconcierta el ritmo de los ramajes huecos
donde van los acordes
con la sonrisa oscura y pensativa
de la alcoba sin llave que muere en la floresta
donde tiembla la niña que llora en tu recuerdo.

La libertad enhebra sin saber las razones
el velo de una herida en los espejos
con un himno que cierra la pluma de tu gracia,
con banderas perdidas que devoran el mástil,
los lienzos, los perfiles y los acantilados
del pintor miserable
vencido por los labios que abren una gacela.

El bardo que dibuja tu olvido en una sábana
esparce los fragmentos sentidos de tu angustia
en el Bosque de Brent
con la risa y el sueño que no dejaron huella
y un grito desgarrado que no tiene garganta
y penetra en la brisa amarga de los puertos
cuando vuelve el navío 
que nunca llegará,

que plegara las lonas que surcan el pasado
y el lazo de tu blusa que duerme en la escollera
del puente derruido,
en la caricia blanca de los parques de ayer
donde lloran los lirios que llevaron tu nombre,
y cubren los carteles
las palabras que sufren el canto de un venero,
la inmensidad del mar que cabe en una lágrima.

 

 

2 comentarios:

  1. "la inmensidad del mar que cabe en una lágrima"...Maravilloso verso. El poema es hermoso pero, el verso final, una belleza.
    Abrazos Francisco Enrique

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  2. Gracias, Tatiana. También yo considero ese verso especial.

    Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.