Cuando
alcances el instante de aquella fotografía
que jugaba en
las arterias de las sombras
llegarás
a la soledad de un pensamiento
que se aleja
en el mar,
de una mirada
de una mirada
que se cierra
entre los muros con tristeza
y encontrarás
la huella del rimmel encarnado
de una
cantante que derrama su melancolía en los escaños
abruptos que
perdieron los laureles
y vuelan en la
sangre
de una
mariposa que se embriaga en silencio
con el último
verso de un poema perdido
que podría ser
el mismo que recitaste
mientras te amaba
y que sigue
cayendo
en tu alma
cada vez que vuelvo a amarte
con la
desesperación de una estrella que canta su amargura,
con la
agonía de las farolas que se refugian en el olvido de las
brumas.
(23 de junio
de 2019)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.