Así vibra sin lira,
sin llama y sin recuerdo
tu cuerpo junto al mío.
Tienes en los cabellos la vida del milagro
que surge de la hierba,
que abraza la mañana que recorre los cielos
en pinceles borrosos que saben de la espera
que acaricia tu rostro
y no pueden guardarlo en el momento justo
que pasa una sonrisa en el recuerdo cálido.
En la mirada tienes un verso enamorado
que vive en el exilio que atormenta una torre
y una ventana oscura que propaga la tinta
como un tosco incensario con forma de farola,
y buscas las heridas que plagan los caminos;
sombra eres y luz
de un retrato sin firma que vuelve cada tarde
y mirarlo te duele y abrazarlo te calma.
Tu alma aún desvela tu cita con los ángeles
del pórtico que sueña con el amor eterno;
no vuelve del silencio lo que nunca dijiste
y ardía en tu mirada,
Cesare nunca tuvo lo que siempre he tenido;
cuando llega al albergue
siempre escucha la ausencia de la voz que le hiere.
(18 de octubre de 2016)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.