Perdí mi camino
Perdí
mi camino, no supe amarte,
olvidé
invocar tu rostro entre las brumas
del
invierno gris
cuando
aparecían en tus ojos las galernas
y los corazones prístinos latieron
contra
el mundo
mientras fluían
las lágrimas
por
mi victoria perdida, por tu triunfo malogrado.
Pero
tú aún estás aquí
cuando
te canto en el portal
de la
mañana y acaricio tu memoria por la noche.
Tú
siempre has estado aquí cuando respiro
en tu
nombre de espliego cincelado
y
te siento detrás de una ventana sin cortinas.
El
mundo acaba olvidándolo todo
y
nosotros nos escondemos ante sus garras
y
nuestros corazones se convierten
en un torbellino de angustiosas direcciones,
pero
tu nombre unifica el interior de los recuerdos
y
el mundo se levanta en su lugar
para
quererte
como si fueras mía porque te miras en los espejos
de nuestro viejo barrio abandonado.
Bienaventurado
el que espera
en
las entrañas más amadas del anhelo
que regresen los transeúntes de nuestra vida.
(Memorias de Hydra)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.