Anochece en mi rostro
cuando pasa por la alfombra de tu calle
la muchacha de ayer que todavía te
busca,
lleva al cuello tu cruz,
brilla en el recuerdo donde apenas
sonreías
y envía pétalos de ensueño a los
claveles
de un mañana
enclavado en una estatua que guarda una
mirada
a pesar de los fusiles, el mostaza y las
cadenas
que no pueden devastar la palabra
de los santos descreídos
que emergen de las brumas cada día
para seguir viviendo la fe en nuestra
sangre.
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Anochece en mi rostro
cuando pasa por la alfombra de tu calle
la muchacha de ayer que todavía te
busca,
lleva al cuello tu cruz,
brilla en el recuerdo donde apenas
sonreías
y emite pétalos de ensueño a los
claveles
de un futuro
enclavado en una estatua que siente un latido
de amor hacia los tristes
a pesar de los fusiles, el mostaza y las
cadenas
que no pueden devastar el mensaje
de los santos descreídos
que emergen de las brumas cada noche
para seguir viviendo la fe en nuestra
sangre.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.