martes, 3 de marzo de 2020

Nuevo bosque de Brent


Sigo siendo ese río fundido con la piedra
cuando el amor me hiere y no puedo arrancarte.
(No hablaré de poesía)

Cuando llega la sombra a tu rostro de cera
tus manos se retiran torpes a tu cuaderno
donde dejaste hundida 
la palabra borrosa de un encanto
que desconcierta el ritmo de los ramajes huecos
donde van los acordes 
de la alcoba sin llave que yace en la floresta
donde tiembla la niña que llora en el recuerdo
con tu sonrisa oscura y pensativa.

La libertad enhebra sin saber las razones
el velo luminoso de una herida 
que grita en tu mirada
 con un himno que cierra las ansias de tu vuelo,
con banderas hundidas que devoran el mástil,
los lienzos, los perfiles y los acantilados
del bardo miserable 
marcado por los labios que abren una gacela.

El amante que esboza tu olvido en una sábana
esparce los fragmentos sentidos de tu angustia
por el Bosque de Brent
con la vida y el sueño que no dejaron huella,
con el verbo asustado que ha perdido tu nombre
y penetra en la brisa amarga de los puertos
cuando vuelven las barcas que nunca llegarán, 
que plegaron las lonas que surcan el pasado
y el lazo de tu blusa dormido en la escollera
de los puentes perdidos y encallados 
en la caricia blanca de los parques de ayer
donde yacen los lirios que llevaron tu firma
y cubren los carteles
los poemas que sufren el canto de las fuentes,
la inmensidad del mar que cabe en una lágrima.














Es cierto que no vuelve lo que nunca pasó
y siempre se hace tarde cuando el alma se agrieta
y se va la esperanza
en la mirada oscura que mueve tu recuerdo,
en la alcoba que tiembla la cortina adornada
con un verso de amor que se enfrenta a la muerte.

Cubre la libertad las alas de tu herida,
el velo de una lágrima
 con un himno callado que destierra
las velas de tu vuelo
con banderas perdidas que devoran el mástil,
los lienzos y el retrato del pintor miserable 
marcado por los labios que muerden una estrofa
en los acantilados,
del poeta que muestra tu rostro en una sábana
al despertar del sueño que nunca tuvo pulso
con un aullido seco, un llanto desgarrado
que ya no tiene rima
ni conoce la brisa amarga de los puertos
cuando vuelven los barcos que surcan el pasado 
y nunca llegarán
al lazo de tu blusa tendido en la escollera,
a los puentes derruidos de tus brazos,
a las caricias ciegas y a los parques
donde yacen los lirios que llevaban tu nombre,
la palabra que llora la herida de los besos,
la inmensidad del mar que cabe en una lágrima.

No volverás


Y durante un instante, en su rumor,
regresa el sonido del primer poema
de una vida
como una música lejana que se apaga en la noche.

(Constantino Cavafis - Voces - Versión: F.E. León)

***   ***   ***

Es cierto que no vuelve lo que nunca pasó
y siempre se hace tarde cuando el alma se agrieta
y se va la esperanza
como una mariposa que atraviesa las nubes
y empapa la tristeza de su vientre
en la presencia oscura que guarda los rescoldos
de un deseo ferviente que resiste en la sangre.

No volverás, lo sé, pero te espero al alba
con la flor en los labios
de la mirada quieta en la eterna sonrisa
de una estrella fugaz
que caerá en tu olvido cuando hierva el recuerdo.









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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.