Oscuro
callejón perdido en el tormento
del resplandor aciago que tiembla en las heridas
del resplandor aciago que tiembla en las heridas
de
la acerba
memoria
que
golpea un cartel olvidado en el muro
del vestigio prendido en elvientre de un sueño.
Divagar sin salida que entierra el maquillaje
en la grieta profunda
donde
tropiezo y vago
como una mariposa que no tiene vereda
y asume su caída entre las espesuras,
como el polvo anhelante que pena entre los lirios
como una mariposa que no tiene vereda
y asume su caída entre las espesuras,
como el polvo anhelante que pena entre los lirios
que
mueren por
la noche
y
vuelve a los espejos
con el rostro angustiado de una promesa inerme.
Este taró y el viento sin fuerza que persiste,
esta reminiscencia de llanto entre los sauces
son como los recuerdos que nunca se marcharon,
que nunca se escribieron y quedan en el alma.
Como un sueño abortado de agosto en las escenas
veo pasar la máscara torturada y sentida
de un Fellini que busca
con el rostro angustiado de una promesa inerme.
Este taró y el viento sin fuerza que persiste,
esta reminiscencia de llanto entre los sauces
son como los recuerdos que nunca se marcharon,
que nunca se escribieron y quedan en el alma.
Como un sueño abortado de agosto en las escenas
veo pasar la máscara torturada y sentida
de un Fellini que busca
la
Sombra en el pasado,
en bambalinas negras, en guirnaldas sin flores,
en la lona mojada de un carrusel fingido.
¡Ay, no te acuerdas , Laura, de las burlas del Mato!,
No sabe estar callado este loco poeta
y Zampanó se enfada y ejecuta a la Risa,
y no quiere escuchar
aquella melodía tierna de Gelsomina
que vierte su amargura en un espejo roto
y canta su destierro en la lengua que arrastra
la mórbida condena que navega en el aire.
¿Ya no te acuerdas, Laura? Esa tarde de agosto,
ese calor intenso, la pasión que rimabas,
nuestra ventana abierta recogiendo la brisa,
el sudor en tu espalda, tus piernas enlazadas.
El viento de levante detenido en las velas
ahonda en el clamor
de una sonrisa triste sedienta de ternura;
resucito la risa cuando todo se pierde
y no quedan pañuelos para seguir llorando,
reivindico el amor ciego de Gelsomina
hacia lo que se mueve, respira y acompaña
este extraño vagar por la llaga sangrante
en los ojos sin rumbo de los volatineros,
en las huellas errantes que cruzan sin destino.
El salitre que llega desde los espigones
aprisiona la piel que refugio no encuentra,
insiste en el dolor que no encuentra mesura,
en la muerte que viene a esparcir su dominio
en la mísera arena donde yerran los pobres.
Esta paz que se muestra sin arte y con desvelo
hace que piense en ti, en tu amor militante,
en tu lucha sin tregua
en bambalinas negras, en guirnaldas sin flores,
en la lona mojada de un carrusel fingido.
¡Ay, no te acuerdas , Laura, de las burlas del Mato!,
No sabe estar callado este loco poeta
y Zampanó se enfada y ejecuta a la Risa,
y no quiere escuchar
aquella melodía tierna de Gelsomina
que vierte su amargura en un espejo roto
y canta su destierro en la lengua que arrastra
la mórbida condena que navega en el aire.
¿Ya no te acuerdas, Laura? Esa tarde de agosto,
ese calor intenso, la pasión que rimabas,
nuestra ventana abierta recogiendo la brisa,
el sudor en tu espalda, tus piernas enlazadas.
El viento de levante detenido en las velas
ahonda en el clamor
de una sonrisa triste sedienta de ternura;
resucito la risa cuando todo se pierde
y no quedan pañuelos para seguir llorando,
reivindico el amor ciego de Gelsomina
hacia lo que se mueve, respira y acompaña
este extraño vagar por la llaga sangrante
en los ojos sin rumbo de los volatineros,
en las huellas errantes que cruzan sin destino.
El salitre que llega desde los espigones
aprisiona la piel que refugio no encuentra,
insiste en el dolor que no encuentra mesura,
en la muerte que viene a esparcir su dominio
en la mísera arena donde yerran los pobres.
Esta paz que se muestra sin arte y con desvelo
hace que piense en ti, en tu amor militante,
en tu lucha sin tregua
por
alcanzar la luna
que hiere tus cristales en el claro sombrío
de las olas que tiemblan ante tu voz serena.
Abrazo la esperanza verde que me quitaste,
me enamoro del mar que se agita en tus ojos
y hace que me emocione siempre con tu misterio,
que abrace la canción dulce que me cantabas.
que hiere tus cristales en el claro sombrío
de las olas que tiemblan ante tu voz serena.
Abrazo la esperanza verde que me quitaste,
me enamoro del mar que se agita en tus ojos
y hace que me emocione siempre con tu misterio,
que abrace la canción dulce que me cantabas.
Qué bueno Francisco; no había tenido la oportunidad de leer esta entrada tuya y me alegro mucho de que la hayas vuelto a recuperar ahora que hace pocos días del 25 aniversario de la partida del maestro Fellini. Gelsomina & Zamapanó, o Zampanó & Gelsomina; vaya unos personajes tremendos que dan para reseñas, poemas, inspiraciones, otras películas y en tu caso un profundo y evocador texto que solo se puede calificar como una obra rotunda, perfecta y circular. Además traes aromas salinos, amores ciegos y probablemente alguna experiencia personal con la que enriqueces el poema.
ResponderEliminarUn gran abrazo y gracias por tu dedicación al arte.