¡Aquella inspiración, aquel pulso sin alma
tocaban tus cabellos, tu despertar de dudas,
tus piernas de quimera, tu hambre de futuro!
Te amé con mi chaqueta, mi ausencia de ventanas,
te amé, te amé sin freno, tamaño ni medida.
Como una herida abierta gocé tu humor de lunes
tu reino sin corona, tu voz de sacrilegio,
y sufrí tus caricias.
Paso como un olvido,
una avecilla, un drama,
y no quiero firmar partes con mi fracaso,
no quiero acariciar la sombra de mi pecho
ni amanecer herido
con tu nombre en los labios.
Insisto con tu queja, tus excesos, tu risa,
el rostro que llevaste en una tela ardiente,
la canción que tejiste del sueño de tus manos.
Insisto en el aroma tierno de tus caderas
que se adueñó del aire
y vendrá adonde vaya,
en el mirar sonoro que me llevó al abismo,
la llama que elevaste cerca de mi locura.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.