Ya no tengo tu
aliento, me duele y lo proclamo
en el silencio hondo de no saber decirlo
y me enfrento al
levante sin luz en las orillas
que llegan a tus
pies y se marchan sin huella,
yerro por estas
calles rotas de los vampiros,
divago en el
recuerdo por la cuesta del Morro
que apenas
conociste con mi candor de niño.
No quisiera
escuchar las cosas que dijiste,
me duele la
cabeza y no puedo callarlas,
me moriré en la
sombra por haber sido infiel
a lo que
deseaba, a lo no prometido.
No me hables de estepas, sombreros o
claveles
en esa alma fría
que rige un pensamiento,
no arrastres mi
sonrisa como si no la vieras,
no abras mi
corazón al absurdo del hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.