domingo, 7 de febrero de 2016

Epílogo, el final de Robert Bruce


Pasará el albo pájaro de la noche en silencio
entre los edificios, los cables, las antenas,
porque será en lo oscuro 
de un temor primigenio para que se vislumbre
el descenso al abismo de una estrella que tiemble.

Arderán los deseos
de remover la huella del pasado sonriente,
de prolongar los besos y romper lo pactado,
perseguir tu recuerdo,
reclamar lo perdido.

Me alcanzará la muerte en una callejuela
de una sola salida que no pueda encontrarme
cuando se ahogue el último resplandor en mi huerto
y acabe la agonía de haber sido distinto.

Ya no abriré los párpados
 lentos aunque lo intente
y luche con las sombras que firmen mi sentencia
como el toro orgulloso que no mira las tablas
y reta a los tendidos que celebran su muerte.

3 comentarios:

  1. Magnífico, querido Enrique. Escribir siempre es un acto de amor.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Creo que la última vez que vi a Pasolini ahogarse en una duda fue cuando, en el apogeo de su fama como cineasta, le preguntaron, en un trámite burocrático, por su oficio. No contestó lo que algunos hubiéramos querido, quizás por un respeto inconsciente, reverencial hacia Pavese, dijo escritor en vez de poeta. Por razones diferentes, mi madre ya no sentirá miedo de dejarme indefenso ante el mundo, mi familia ya no me excusará por mis salidas de tono, he comprendido que yo tampoco soy poeta, que no podré serlo por mucho que lo intente, por muchos poemas que escriba. Es una pena a la que tendré que acostumbrarme y que no podría borrar ni siquiera el reconocimiento. Tú transmites paz, conciliación en lo que rimas, si no te envidio es porque te aprecio, y, sobre todo, porque no puedo evitar enfrentarme,¡maldito occidental!, al destino que se me ofrece. La tuya es una de las pocas relaciones que me quedan en este medio y créeme, con la sinceridad de aquel que habla porque no sabe hacer otra cosa, hubiera estado siempre entre las preferidas.

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  3. Creo, Lluvia, que, exceptuando quizás a los pedantes, nadie desea ser distinto, es algo que ocurre y a lo que, casi nunca, se encuentra explicación. Pienso que todo se aprende, hasta a escribir poesía, y que se debe admirar más aquello que se logra a través del esfuerzo que aquello que se ha ido acumulando en nuestra memoria de una forma inconsciente; un conductor torpe puede llegar a ser más valioso que otro habilidoso a través del sentido de la responsabilidad y el reconocimiento de sus limitaciones, de hecho hay más accidentes en los que se ven implicados aquellos que van de sobrados. Hay personas para quienes acabar una maratón puede suponer un triunfo íntimo más grande que para un fuera de serie batir el récord mundial.

    Ser distinto suele ser un valor añadido cuando eres una celebridad pero difícilmente te lleva a una vida más cómoda cuando eres un hombre de la calle y mucho menos cuando tu aspiración es seguir siéndolo. Quien más quien menos todos nos consideramos demócratas pero con nuestro comportamiento demostramos que sentimos adoración por la aristocracia; el talento no debe eximir de culpa pero tampoco debe convertirse en un castigo.

    12 de mayo de 2018

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.