Llegó una noche triste con el vinagre
amargo
empapando el
costado y la mirada
dolorida y sangrante
de la brisa
perdida que yo amaba,
no supo terminar
su recorrido,
transformarse en
el canto del gallo que moría
ronco cada
mañana,
y allí tendida
como flor marchita
que busca su
pasado vertido en la almohada
mi voz se
desgajaba como un jarrón desierto,
mi voz que no
tenía normas ni diccionario,
mi voz
atormentada,
mi luz de ave
sin norte temblando en las paredes
donde el romero
ardía, donde la sombra hablaba.
... ... ... ... ... ... ... ...
¿Dónde
está aquel muchacho que creía en la vida?
¿dónde el viento
del sur que mecía su playa?
¿dónde mi voz de
luna que rimaba los puertos?
¿dónde la
primavera vestida de alborada?
Mi culpa
atravesada por un quejido antiguo,
mi corazón
perdido en una voz que pasa
y no encuentra
el camino de la pasión ardiente
que lleva hasta
tus ramas,
la llave del
silencio abierta a mi lamento,
mi apetencia de
vida muriendo en la distancia.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.