miércoles, 21 de octubre de 2015

Epílogo


Desgarro en mi silencio la voz honda de un bardo
el mar donde soñabas ser una bailarina,
los árboles cansados a cuyos pies pensabas,
desgarro este misterio
donde mi amor crecía.

Este vagar sin luz que no encuentra tus ojos,
este trote sin ritmo que me lleva a tu paso,
este sentir tu verso sin poder encumbrarte
se agolpan en mi mente,
insisten en tu rostro.

Insisto en tu caricia dulce como un racimo,
la llama de tu herida, la voz de tu presencia,
insisto en la alborada
donde cantaba el mirlo,
en tu pecho temblando, tus manos que gemían.

Insisto en tu sonrisa que alentará mi huella
en el amplio salón que guardaba tus besos,
los visillos abiertos que secaban tus lágrimas,
en tu amor que aún me duele,
tu sombra que se acerca.

2 comentarios:

  1. Insistir, siempre insistir en aquello que más nos bulle por dentro cuando la nostalgia es imparable y solicita de nosotros su ración diaria de recuerdos.
    Es un poema de una ternura exquisita.Cada recuerdo,un sorbo de miel para alma del lector.

    Me quedo con estos versos:

    "Insisto en tu caricia dulce como un racimo,
    la llama de tu herida, la voz de tu presencia,
    insisto en la alborada
    donde cantaba el mirlo,
    en tu pecho temblando, tus manos que gemían."

    Abrazos


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  2. Me siento largamente recompensado con tus palabras, Joaquín. Eres siempre tan atento, te detienes con cuidado en la lectura de un poema. Aquí no es distinto y no encuentro la forma de mostrarte mi agradecimiento, haces que vivan las palabras que se escribieron un día, refuerzas lo que dicen con el peso de tus reflexiones.

    Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.