domingo, 16 de febrero de 2025

Corazón mío, esta noche

 Simplemente a Laura, por su amor inmenso tan ciego y desordenado que hizo que me viera en el fondo del abismo. Ella me mató con su silencio, luego me devolvió la vida con su canto.



Corazón mío, esta noche quisiera pensar
en los viejos barcos anclados en el puerto,
en la estrella de antaño que permanece azul,
en la soledad que corre por mis venas,
en aquellos errores,
¡Qué desastre, dios mío, qué caída en silencio¡

Y tú siempre esperabas
la magia de su rostro,
el ritmo de su paso.

Tú que esperabas siempre
la llegada de aquella que nunca apareció,
soñabas mientras soñabas.

No fui muy despierto y pagué por cada rosa
desvelada o exiliada, y pagué por cada sueño.
Yo no era su amante, sino su payaso herido,
parecía decirme todo, y tú no lo escuchabas.

Ahora tengo que mirarme en otro espejo
para no manchar la huella de tu esperanza,
para no quebrar la corona que entonces
adornara tu frente.

Versión definitiva de "Corazón mío, esta noche:

Corazón mío,
esta noche quisiera yo pensar
en los vetustos barcos anclados en el puerto,
en la estrella de antaño que permanece azul,
en la soledad turbia que recorre
el cuerpo de mis venas,
en aquellos errores...
¡Qué desastre, Dios mío, qué caída en silencio¡

Y tú siempre anhelabas despejar los enjambres
que empañan los diciembres en mi alcoba,
la magia de su rostro
y el ritmo de ese paso que no brilla
y hundiste en el destino de un templo profanado.

Tú, que esperabas siempre
la llegada de aquella
que nunca apareció,
morías mientras soñabas en tu desvelo.

No fuiste muy despierto, pagaste cada rosa
fugitiva, exiliada,
compraste con amor cada caricia.

Yo ya no era su amante
parecía decirme todo con la mirada oscura
de los cuervos con traje, y tú no lo escuchabas
sintiéndote el payaso sin gracia de los cuentos,
el héroe vencido de una triste función.

Ahora tengo
que mirarme en el mar de los espejos
que cayeron en tus rodillas,
vender en las esquinas la huella de su olvido
para nunca manchar el dolor de tu esperanza,
ni quebrar la corona del laurel disecado
que adornara tu frente y me llevó a la muerte
de un maduro olvidado por los sueños.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.