No sabes cuánto me gustaría
participar de tus prístinas pretensiones y esto no es una
contradicción a tenor de lo que me dices; tengo un mar plateado para
mirarme en las nubes y nunca ha logrado por más que lo intenta que
acaricie su mensaje de reconciliación. Tengo claro que no soy un
ejemplo a seguir, que los activistas urbanos no son contratados para
que canten en ningún auditorio en estos días, tratándose de mi
ciudad no hay discusión, ni siquiera en la calle se escuchan sus
canciones; sus letanías no les causan problemas legales simplemente
porque no llegan a leerse por más que se exhiban en los escaparates
como una hoja muerta, como el llanto de una especie en vías de
extinción.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.