Desde que tenía seis o siete años sabía perfectamente quién era Charles Aznavour. Lo curioso fue que no me llamara la atención, gustándome la música como me gustaba y que, probablemente, la canción de él que más sonaba era la ensoñadora y triste “Venecia sin ti”. Habrían de pasar muchos años para que reconociera su maestría, su clase, su manera de encandilar al público con unos gestos discretos, poéticos y un tanto amanerados y una entrega que nos llevaría a otros tiempos cuando los cantantes vivían en buhardillas y escribían sus poemas sobre la espalda de una amiga de la que nunca llegaban a saber el nombre.
¿Cómo llegué a valorar a este hombre entrañable que nos habla tantas veces de
un tiempo de bohemia y de lilas que, quizás, nunca existió pero que siempre
recordamos?
Fueron
tres episodios aislados los que me hicieron recuperar su pista, el primero está
relacionado con la primera visita que hizo a Ceuta mi mejor amigo de entonces,
vino acompañado por un chico que se llamaba Antonio, creo recordar y eso me
decían las mujeres que habían a mi alrededor, que era muy guapo. Yo me quedé
con que sentía miedo y estaba triste, que le ahogaba un tormento porque
su hermano mayor con el que convivía y del que dependía económicamente hacía
unos días que había descubierto su homosexualidad, de hecho el que estuviera en
mi ciudad y el que yo le conociera estaba relacionado con la necesidad de
escapar durante unos de un ambiente familiar sórdido y grotesco. De las
primeras cosas que le pregunté, solía ser así, antes incluso que el equipo de
fútbol, fue su cantante o grupo favorito, me dijo que Azanavour, yo no pude
ocultar mi sorpresa ¿Aznavour? Estoy hablando de 1982, para la mayoría de los
jóvenes no existía otra música que la cantada en inglés, pero a pesar de mis
reparos lo tuve en cuenta e hice un tímido acercamiento al cantante francés que
no acababa de convencerme. El segundo fue más determinante, creo que no hubiera
necesitado del tercero para haber anotado su música entre mis preferencias.
Fue
unos meses más tarde, yo arreglaba una casa que había alquilado porque, algo
muy habitual entonces en la ciudad donde vivo, me la habían cedido en unas
condiciones lamentables, ese día fue el único que estuve solo mientras duró la
reparación y escuchaba la radio en la FM de Algeciras, como siempre, y empezó a
sonar "Quién" en la resplandeciente melancolía de su versión
española. Aquel día empezó una relación que no acabará nunca, verlo en
concierto fue ver cumplido un sueño que pensaba imposible.
Que bueno admirar a alguien
ResponderEliminarhace tiempo que no me pasa....Me ha encantado el alma de tu blog abrazo
Suele ser la adolescencia la etapa de admirar y levantar ídolos, después llega un largo período de escepticismo y en el que se duda de todo y, al fin, llega el momento en el que uno piensa erróneamente que está de vuelta de todo y con todas sus dudas piensa que hay personas que están por encima de ellas;Aznavour estaría ahí, su presencia llevaba al escenario a Brel, Brassens, Piaf y Ferré.
EliminarGracias, Recomenzar, un abrazo.
La verdad es Francisco que, hasta ahora, hemos coincidido en gustos musicales, incluído Antonio Flores de la reseña anterior, pero Charles Anavour apenas lo recuerdo, tuve que apretar el botón del vídeo...y no sé, no me llega aunque tenga esa voz maravillosa, probablemente por defecto de audición mío...los otros grandes que nombras...Brel, Brassens, Ferré y la Piaf tengo hasta discos de vinilos de dos de ellos, todo un lujazo.
ResponderEliminarEn 1981 hubo un revival de Aznavour al que no supe engancharme, en un doble LP se hacía un repaso a sus canciones, sobre todo, de los 60, casi todas ellas en español. Creo que apenas escuché el disco pero leí el folleto que lo acompañaba. Me impresionaron algunos de los datos; de ascendencia armenia, nació pocos meses después de que su familia llegara a Francia, la resaca de la derrota y la evidencia de la ficción de su Imperio habían hecho que los turcos optaran por el exterminio de las minorías cristianas como desahogo, y los afortunados, como ellos, pudieron escapar al exterminio.
ResponderEliminarSus comienzos fueron desesperanzadores, le criticaban sobre todo por su voz, así que imaginaba que tendría que ganarse la vida componiendo para los demás. Contaba la anécdota con Edith Piaf en relación con su primera canción de éxito, Odio los domingos, la temperamental cantante la rechazó y le dijo despectivamente que se la ofreciera a una de esas existencialistas vestidas de negro. Eso hizo y Juliette Gréco la convirtió en un clásico, la reacción de Piaf ante ello fue desconsiderada; "¿No te dije, tonto, que esa canción era para mí?
Poco después le llegó la popularidad para enfado de la crítica que decía que cantaba siempre como si estuviera resfriado, la respuesta fue que había contagiado a la audiencia.
Como actor su carrera fue también peculiar a pesar de llegar a ser protagonista de una película de Truffaut, siempre tenía pequeños papeles en los que apenas tenía que estudiarse el guion, al respecto decía que entre los directores corría el rumor de que cuando nadie aceptaría un papel había que ofrecérselo a Aznavour. Toda una suerte para los espectadores que pudimos disfrutar su personaje de comerciante judío mientras le vende trémulo y emocionado unas medias de seda a la madre del niño horroroso de la que está enamorado en El tambor de hojalata.
Imagino, Tara, que los discos que conservas son de Brel y Brassens, me alegro de que percibas la importancia que tiene poder sostener esas joyas entre tus manos.
Sí, de George Brassens, y dos de La Piafeditado por la casa Philips, toda una joyita caduca que han intentando comprarme y que conservo como oro en paño, aunque estén rallados.
EliminarSus canciones de "La ballade des cemetières", "La traitresse", "Le temps ne fait riens a l, afaires" me los se de memoria.
Uno de mis cuñados tuvo la mejor tienda de discos en canarias y cuando tuvo que cerrarla, no quedaba otra, muchos de los disco que no se vendieron, por pasados de modas, y porque ya los de vinilo son solo para coleccionistas caducos, me quedé con unos cuantos que conservo como lo que son, joyas.
Otra cosa que me ha impactado y que no sabía. Así que el comerciante judío que le vende unas medias a..., tendré que ver la peli de nuevo, una de las pocas que no me ha desilusionado en comparación con la novela.
De Aznavour he colgado, sin ninguna repercusión, algunas entradas, te aconsejo “Il fallait bien” una obra maestra que ha pasado desapercibida incluso para él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues con esta tu segunda aportación, que me parece mucho más interesante que la primera, me ha entrado la curiosidad curiosa... y desde luego que me voy a poner a escuchar con atención máxima a tu "Aznavour". A ver si va a resultar Francisco que eres coleccionista de "Aves extrañas del paraíso". Me encanta la gente que se sale de la regla establecida. Leeré "Il fallait bien", y creo que tu harías bien si leyera, a cambio...La casa del francés.
ResponderEliminarhttp://alzapalabra.blogspot.com.es/2017/06/la-casa-del-frances_25.html
No tienes ni idea, todavía, de lo coincidente que somos.
https://youtu.be/U6GTkQPtJ0g
ResponderEliminarCharles Aznavour- Il fallait bien.avi