A Merche, ni siquiera la tenía en mente cuando escribí este poema, yo sé bien en quién pensaba, pero sé las razones por las que se lo dedico y que la mujer que me sirvió de inspiración, por una vez, no va a sentirse molesta por que le dedique a otra algo que he escrito para ella y la Sofía Loren de "Una jornada particular". Merche murió hace unos meses apenas, yo me encontraba en Madrid y me sentí muy triste, y sin poder asistir al entierro. Ella quiso en estos últimos años que me convirtiera en el ángel guardián de su hijo, pero ya sabéis, crecemos y las alas se pierden en el camino. Algo que supe hace apenas unos días vino a añadir una cierta amargura a mi tristeza.
Para adecuarlo al poema quisiera trasladar esta
dedicatoria a cuando nos conocimos, hace treinta y tantos años, ella vivía,
como siempre, para su marido y sus hijos, y no quiso nunca salir de ese error.
No sonríes cuando piensas en el cuerpo hermoso
dibujado más lejos cada día
confundido por la belleza que surge de la sinceridad herida
de una gacela que sufre
por el esfuerzo, el dolor, y por la entrega.
Difuminadas las ansias de amor bajo los árboles
y el perfume de colonia
de la tarde de verano que selló tu despedida
del viento, las cometas, de los cables, del sueño.
Vuelve aquel miedo al vacío
que sentías tras su marcha,
aquel deseo de subir a la azotea,
de mirar los pájaros y el suelo al mismo tiempo
con el impulso irracional
de intentar alzar el vuelo
o estrellarte.
Estás sintiendo su presencia en el silencio de la siesta,
los pasos de los niños que regresan de la playa,
la huida de la poesía hacia una imagen de Ford,
las voces de los muertos, y estás
amando sin saber si pueden tomar tu corazón
para mostrar la oscilación de sus latidos,
un suspiro
embargado en el mundo que se te fue alejando
envía sus destellos como una estrella sin vida
con aquellos sabores y aquellas plantas
que lloran en el exilio
de tu memoria enamorada de un artista adolescente,
con aquella gente que murió y no lo sabe,
con aquellos cines que cerraron, y se quedaron con tus besos
y esta sensación tan cierta
de que tienes que luchar forzadamente
para esbozar la sonrisa que antes te brotaba sin pensarlo,
y no sabes que serás siempre hermosa,
una muchacha deliciosa de cincuenta años
porque tu alma siempre estuvo
por encima de la cabeza.
embargado en el mundo que se te fue alejando
envía sus destellos como una estrella sin vida
con aquellos sabores y aquellas plantas
que lloran en el exilio
de tu memoria enamorada de un artista adolescente,
con aquella gente que murió y no lo sabe,
con aquellos cines que cerraron, y se quedaron con tus besos
y esta sensación tan cierta
de que tienes que luchar forzadamente
para esbozar la sonrisa que antes te brotaba sin pensarlo,
y no sabes que serás siempre hermosa,
una muchacha deliciosa de cincuenta años
porque tu alma siempre estuvo
por encima de la cabeza.
Todo poema escrito con el alma evoca muchas vidas,distintas unas de otras dependiendo de quienes sean los que se acercan a leerlo.Por ello es siempre factible que el mismo poema pueda dedicarse a una u otra persona.
ResponderEliminarEn este caso,el poema retrata a una mujer no muy feliz porque la abandonaron o porque equivocó tal vez su camino, pese a lo cual aceptó su destino renunciando a otro más acorde con su forma de sentir y de pensar.Es un caso tan corriente,por desgracia,que en el poema están latentes cientos de mujeres que se verían reflejadas en él como en un espejo.He ahí la grandeza de la poesía.
Me quedo con ese final en el que el poeta -tal vez el único capaz de verlo- se adentra en el alma de la mujer para ver una realidad que quizás hasta ella tenía ya olvidada...
"...que tienes que luchar forzadamente
para esbozar la sonrisa que antes te brotaba sin pensarlo,
y no sabes que serás siempre hermosa,
una muchacha deliciosa de cincuenta años
porque tu alma siempre estuvo
por encima de la cabeza."
Un placer,como siempre,Enrique.
Gracias, Joaquín. Me admira el cuidado y la hondura que pones en cada comentario, me reafirmas en el pensamiento de que eres un poeta especial, que tu talento se derrama en todo lo que dices. En este caso indagué en un terreno que no es el mío, abandoné al hombre absorbido por sus pensamientos y sus sentimientos y acometí el asalto a un arquetipo. A partir de ahí todo es cuestionable, se viste de fragilidad, no era mi intención reflejar a todas las amas de casa, no sabría hacerlo, pero no me resistí al intento de esbozar unas pinceladas que fueran comunes a todas ellas y capturaran lo esencial, que a ti te haya llegado y que lo hayas expresado con tanta claridad me llena de satisfacción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y qué difícil se hace abandonar la rutina, aunque te esté matando. Abandonar el compromiso, la lucha de todo lo que has creado, aunque te este robando tu propia felicidad. Me encantó el poema, Francisco.
ResponderEliminarCreo en lo que dices, Vicente, y quise refrendarlo en lo que he vivido; quizás la diferencia más acentuada de la mujer con respecto al hombre, en el tiempo que evoco, era la capacidad de sacrificio de aquella,resultante de una adaptación injusta a unos roles sociales. La mujer, por lo general, quedó atrapada en ellos y ni ella misma contemplaba que pudiera rendir un culto a sus aspiraciones, a perseguir el sueño difuso de su individualidad.
ResponderEliminarGracias por lo que me dices del poema. Un abrazo.
Muchas, muchas mujeres como de la que has escrito tan bello y emotivo poema, piensa como ella pensaba, muchas sacrificaron quizás lo mejor para sus días por lo que "debían ser o hacer". Maravilloso ante mis ojos, que tuvieron un destello de lágrimas...por ella. Mi saludo más cordial!
ResponderEliminarGracias, María Susana, por tu gentil comentario. Creo que es un tema complejo que no ha sabido resolver la modernidad en la dirección adecuada. Pienso que el papel de madre es fundamental, que ni el colegio ni la calle son un vehículo tan eficaz para la transmisión de los valores éticos que los más valientes no permitieron que se perdieran ante las opresiones. En toda crisis se corre el riesgo de que se pierdan aquellas cosas que forman parte de nuestro pensamiento, de nuestra esencia de conducirnos ante la vida, los hilos de conexión con aquello bueno que dejó el pasado y sirvieron de modelo para moldear la parte más clara y tolerante de nuestro sentimiento.
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