sábado, 23 de julio de 2011

A la muerte de un poeta


A la muerte de un poeta

1

Plegaria en los portales donde un cómico muere,
quiere reabrir la escena donde Yorick se evoca
antes de dar el paso que en la sombra sumerge.

!Oh, tú que fuiste libre y pagaste con tu vida,
tú que haces llorar, sentir y envalentonas
el divagar constante que la memoria abarca¡

¿No vendrás a tocar los pechos exaltados,
a mirar por encima del hombro de un gigante,
a reír en el país que ha expulsado a la risa,
a romper la corona del rey de los heridos?

!Oh, tú que en el sendero tus versos has dejado,
que corres y caminas y amaste el desenfreno,
no pondrás unas flores frescas en otra tumba
mientras portas la pluma y agitas al arquero¡

2

Y canté al dolor de los perdidos, a los palafreneros
que abundan en los patios
de armas de una noche lejana como un hálito,
breve como el lamento
que hiere en el teatro de provincias;
Manrique envejece sin un rayo de luna
y no sabe apagarse en la melancolía.

En el Lope de Vega goteaba algún verso,
alguien encadenado a Calderón se me acercaba;
¿dónde está aquel rostro
severo, atormentado que buscaba la luz?
¿dónde la brava lucha por alentar el sueño
de Segismundo en las cavernas?

No somos del recuerdo, no tenemos futuro,
el bulevar rebosa de frases lapidarias,
de artículos y notas que pasean por los ojos
que no quieren saber que el mundo ha cambiado,
miran hacia otro lado cuando triunfan los necios.

3

Tú que abrazabas con fe la poesía
te has quedado midiendo los ecos
de otro tiempo;
son tus ojos espejos que rebosan tristeza,
tu cabello es el marco donde ahogué las dudas;
el tiempo se ha llevado lo que era oscuro y tierno,
las horas arrastraron hacia el mar de los martes
lo que era un reflejo de ganas de expresarse
y destila cansancio,
miedo, desesperanza.

Tus manos temblorosas esgrimen el papel
donde Byron dibuja la Hélade soñada,
y ya no quedan barcos para buscar las islas.

4

El divagar profundo del poeta
que hablaba en las parodias
habita en un murmullo en las butacas
donde un drama se funde en el atasco
de aceras y semáforos. Personas
de días agolpados sin futuro
y colores que ocultan el fracaso,
Hamlet se precipita a nuestro encuentro
y besa los fríos labios de la muerte
abrazando la fe del soliloquio.
Conscientes, como entonces, de que somos
sobrepasados  por cambios inadvertidos
por palabras que vuelven a la mente que lucha
por mostrar que está viva.

Mas nadie acompaña el mar de nuestro rumbo,
zozobramos en la herida sin saber que nos duele,
caminamos en la niebla, lloramos en la mañana.

5

Una nueva palabra y te llenas de vida,
y cantas al amor, ¡oh dios de la tristeza!,
avanzas entre chanzas por tenebrosas sendas,
y abrazas la amistad, te ríes de los formales.

Pero ya no eres tú quien se acerca a la escena,
conversa con los trajes que tuvieron un nombre,
no eres tú quien celebra el reino de la noche,
cuando nada preocupa y aparece Dionisos.

No tendrás otras fiestas para apurar las horas,
otro momento intenso para hablar del destino.
Llega el telón de fondo, el show ha terminado,
se recoge el atrezo, se apagan las linternas.

4 comentarios:

  1. Mucha pesadumbre y dramatismo en este poema, donde describes de forma magistral la desventurada vida de ese poeta, desheredado de la noche, ahogado en alcohol, versos y sueños de poeta. Consigues un poema Inundado de sentimiento, pena y desahogo, en un tema sumamente difícil.
    Un bello homenaje que me ha encantado, especialmente la tercera estrofa.

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  2. El regalo de tus comentarios me llega, Beatriz, en un momento en el que siento un peso tan grande sobre mi imaginación que hace que no pueda contestarlos de la forma que hubiera querido. A través de un conocido me llegó la noticia de la muerte de este poeta, y recordé la única noche que compartí con él, a juzgar por sus versos te diría que no era un buen poeta, pero amaba la poesía, y puede que por ella abandonara una vida cómoda y el respeto que en mi ciudad se tiene hacia quienes ejercen la profesión que tenía. No podría decirte cuantos poemas recitó aquella noche; no se olvidó de Hölderlin y, sobre todo, de Byron, hasta cierto punto, era ahí donde fallaba su propia poesía, lastrada por un aire arcaico, y el ideal de estos poetas románticos que no supo adaptar a los tiempos que vivimos. Para mí no dejó de ser emocionante conocer a alguien que, sin ningún tipo de poses, amara la poesía hasta el punto de convertirla en el eje central de su existencia.

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  3. Aunque puede parecer extraño que ese poeta te inspirara tantísimas sensaciones en una sola noche, no lo es, el amor a la poesía une a las personas, es más hace que se las admire. Si tu poeta, como dices abandonó una vida cómoda, para entregarse a la poesía es que debía amarla mucho, quizás demasiado. Parece que los poetas se entregan de tal manera a la poesía, que caen muchas veces en el desvarío, como sus admirados Hölderlin y Byron, ambos víctimas de constantes depresiones, sin las cuales no sabemos si hubieran alentado ese ideal romántico. Para el primero como él mismo dijo "La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión". "La poesía despierta la apariencia de lo irreal y del ensueño, frente a la realidad palpable y ruidosa en la que nos creemos en casa. Y, sin embargo, es al contrario, pues lo que el poeta dice y toma por ser es la realidad".
    Me agrada y mucho, que no sólo escribas, sino que ames profundamente la poesía.

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  4. Es cierto, Beatriz que fue una sola noche, pero fue larga y densa. Este poema lo publiqué posteriormente en un foro y añadí como introducción unos versos de Hölderlin, aun a riesgo de hacer palidecer en demasía los míos;
    … sin embargo en mi pecho algo suspira esperanzado.
    A esta pena no has podido acostumbrarte
    y entonces sueñas en tu férrea somnolencia
    ¿No estoy solo aquí? Pero un aire me roza
    muy suave, venido de lejos, y aunque dolido
    sonrío admirado por sentir el poder
    de una felicidad que desborda mi pena…
    (Hölderlin – Traducción: Javier García)
    Aunque lo que más me impactó de aquella noche fue el comportamiento de unos impresentables que aprovechando la ingesta de alcohol de nuestro poeta se burlaban de él de una manera burda, hiriente, de ahí viene la evocación a Yorick, un personaje que Shakespeare inmortaliza en pocas líneas y sin hacer aparecer en escena, por encima de reyes y cortesanos, sin nada que perder, y por lo tanto, franco y directo en sus apreciaciones. Quizás quise verlo más cerca del poeta y el loco de la crisis barroca que sale airoso con su ingenio antes de acabar atrapado tardíamente en alguna de sus múltiples maquinaciones que del poeta romántico que bordea la locura y acaba preso de ella.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.