Yo no podré quejarme
por no haber buscado tus ojos
en el fondo del parque
al que iban los gitanos.
Por no haberme derramado
en lo lírico de tu rostro.
Por haber dejado
escapar las primaveras
sin un fruto.
Por no horadar tus recuerdos,
por no escribirte canciones.
Porque entonces vendrías,
quizás de entre los muertos,
y me regresarías
aquella locura de los besos
que excitaban las líneas
azules de la noche.
¡Oh, vestigios de muerte
que tus brazos anunciaron!
Porque tú ya no estás, y no estás,
para siempre
serás de otra distinta
presagiando esa muerte.
Así mi pequeño corazón
podrá, sin un latido,
descansar
en el cementerio construido
por las ilusiones.
por no haber buscado tus ojos
en el fondo del parque
al que iban los gitanos.
Por no haberme derramado
en lo lírico de tu rostro.
Por haber dejado
escapar las primaveras
sin un fruto.
Por no horadar tus recuerdos,
por no escribirte canciones.
Porque entonces vendrías,
quizás de entre los muertos,
y me regresarías
aquella locura de los besos
que excitaban las líneas
azules de la noche.
¡Oh, vestigios de muerte
que tus brazos anunciaron!
Porque tú ya no estás, y no estás,
para siempre
serás de otra distinta
presagiando esa muerte.
Así mi pequeño corazón
podrá, sin un latido,
descansar
en el cementerio construido
por las ilusiones.